El día de la marmota. A estas alturas pocos no conocerán la tradición que dice que si cuando la marmota sale de su madriguera al amanecer del 2 de febrero ve su sombra significa que el invierno se prolongará otras seis semanas. En el caso de la Scuderia Ferrari parece que durante la primera semana de test en el Circuit de Barcelona Catalunya han visto su propia sombra. Mal asunto cuando se habla de que la sequía de los de Maranello ya dura más de una década y que Mercedes-AMG F1 sigue inventando formas de ser incluso más competitivo… o al menos parecerlo.
Los resultados en las tres jornadas no fueron los esperados. Al menos en Maranello respiraban ligeramente más tranquilos cuando terminaron de abrir el motor de SF1000 y comprobar que lo que había dejado tirado a Sebastian Vettel el viernes había sido por una fuga de aceite, el cual se debía “a un problema no estructural con el sistema de lubricación”. Nada que no se pudiera solucionar y enmendar para que no vuelva a ocurrir a lo largo del año.
Sin embargo, los quebraderos de cabeza para la escudería italiana van un poco más lejos de este bache en materia de fiabilidad. El ritmo mostrado durante los primeros tres días ha llevado a muchos a recordar los rumores sobre un posible error en el concepto del monoplaza que lanzaron los medios italianos hace unas semanas. Para acallarlos, tres jornadas de test que comenzarán de nuevo mañana y que servirán al equipo para “trabajar en el rendimiento mientras lleva a cabo simulaciones de clasificación y carrera”.
Es por ello que se espera que tanto Charles Leclerc como Sebastian Vettel puedan desatar todo el rendimiento del SF1000 durante los próximos días, tratando de mejorar ese crono de 1 minuto y 18,1 segundos que establecieron como mejor registro del equipo durante la primera semana (realizado por el germano), quedándose a 2,4 segundos del tiempo realizado por Valtteri Bottas y solo por delante de Williams y HAAS, equipos que el año pasado cerraron la tabla entre los constructores.
¿Suenan las alarmas en Maranello?
Aun así, no parece que haya motivos para hacer sonar las alarmas. En 2019, Ferrari mostró musculo con el SF90-H durante los entrenamientos invernales y lejos de llevar esa superioridad al Gran Premio de Australia, terminaron por sufrir durante la primera mitad del calendario. Los problemas con el balance del coche no se detectaron en las frías jornadas de los test del año pasado, por lo que, sí el coche volaba en las rectas y conseguían meter en temperatura a los neumáticos, pero esta situación no encontraría réplica en muchas carreras durante la temporada. Otra historia será si los tiempos no mejoran en estos tres días que prometen ser decisivos para la Scuderia. De ello dependerá si Ferrari ve su propia sombra o no, y si por tanto, habrá un invierno largo para los de Mattia Binotto.