El buen inicio de temporada de Valtteri Bottas o el hecho de que Ferrari no aplicara órdenes de equipo en el pasado Gran Premio de Austria podían dar la impresión de que quizá aún estábamos a tiempo de ver algo más que un duelo directo entre Sebastian Vettel y Lewis Hamilton por el Mundial de Fórmula 1. Pero Silverstone ha terminado por hacernos espabilar. Los pilotos finlandeses de ambos equipos son simples peones al servicio de sus jefes de filas, resultando triunfador en esta ocasión Sebastian Vettel.
La salida revolucionó el Gran Premio de Gran Bretaña. Una mala reacción de Lewis Hamilton le dejó a merced de sus rivales, llegando Sebastian Vettel en cabeza a la primera curva, seguido de Valtteri Bottas. Y Kimi Räikkönen lo intentó en la primera frenada, bloqueando y llevándose por delante al piloto británico, que cayó así al fondo del pelotón. Räikkönen no se libró de la sanción estándar (salvo por lo ocurrido con Vettel en Paul Ricard), diez segundos en su primera parada en boxes, mientras que un nervioso Hamilton iniciaba su remontada mientras hilvanaba quejas por radio sobre el comportamiento de su Mercedes.
Sin embargo su ritmo decía otra cosa. Mientras por delante Vettel y Bottas iban a lo suyo y Kimi Räikkönen se peleaba con los Red Bull, Hamilton superaba uno a uno al resto de monoplazas con inusitada facilidad hasta colocarse sexto a 13 segundos de Daniel Ricciardo antes de que empezara el baile de paradas en boxes. Nadie negará que Mercedes, Ferrari y Red Bull juegan en otra categoría, pero el inglés también demuestra siempre que puede bastante más solvencia en tráfico que su compañero Valtteri Bottas.
Teniendo que superar en pista a coches de prestaciones bastante más parecidas para alcanzar el podio, Mercedes optó por retrasar la primera parada de Lewis Hamilton. Y el campeón del mundo aguantó magistralmente con goma usada frente a los neumáticos frescos de sus teóricos rivales, ganando así diez vueltas que podrían marcar la diferencia a final de carrera. Sin embargo los Safety Cars perturbarían un final emocionante que parecía reservado a la lucha por el tercer escalón del podio, con Vettel y Bottas bien por delante.
La pérdida de control de Marcus Ericsson con el DRS abierto provocó un primer Safety Car (además de certificar el cero de Charles Leclerc, también retirado) que obligó a tomar decisiones estratégicas clave. Y Mercedes optó por ganar posición en pista antes que montar neumáticos fresco. Así Valtteri Bottas pasó a liderar la prueba por delante de Sebastian Vettel y Lewis Hamilton. Habrá quien considere un error estratégico esto a toro pasado, pero la casa alemana logró así retener a Vettel y complicarle la vida al de Ferrari en una carrera que de otro modo tenía ya muy de cara, además de mantener enganchado en el grupo y con DRS a Lewis Hamilton.
Pese a que Bottas ralentizó exageradamente el ritmo, reagrupando al pelotón, la primera resalida dio para poco, pero como dicen en Estados Unidos, una bandera amarilla suele traer consigo otra bandera amarilla. Romain Grosjean sufrió un extraño cuando rodaba en paralelo con Carlos Sainz Jr. y los dos acabaron su carrera en la grava. Pero en la segunda resalida quedó claro que el finlandés de Mercedes carecía del ritmo suficiente y su defensa numantina nos permitió disfrutar de ver a los cuatro coches de cabeza rodando en dos segundos, pegados los unos a los otros. Hasta que los neumáticos de Bottas dijeron basta y Sebastian Vettel le pilló desprevenido en una magnífica maniobra.
Sin el incentivo de luchar por la victoria y con su compañero de equipo por detrás, Bottas se desfondó y acabó cuarto, logrando el triunfo Sebastian Vettel por delante de Lewis Hamilton y Kimi Räikkönen. Tras la caída de la bandera a cuadros llegó la hora de los navajazos. Aunque Kimi Räikkönen encajó deportivamente su sanción, Lewis Hamilton y Toto Wolff no dudaron en insinuar que Ferrari no había jugado limpio. Y es ahí cuando se explica el título de esta crónica. Es legítimo que los dos equipos que se juegan las coronas empleen todas sus armas. Mercedes optó por usar a Valtteri Bottas para frenar a Sebastian Vettel y ver si así se lograba un resultado distinto al que estaba cantado. Y Ferrari no es que pidiera a Räikkönen echar de pista a Hamilton, pero desde luego el finlandés tiene todos los incentivos del mundo para ser más agresivo con Lewis Hamilton que con cualquier otro piloto de la parrilla. Si eso molesta en Brackley más les vale aprender a convivir con esta circunstancia de aquí a final de año.
Red Bull finalmente sólo pudo rascar un quinto puesto en una carrera donde llegaron a rodar en podio y Max Verstappen nos volvió a brindar un adelantamiento magnífico, a Kimi Räikkönen. Pero el neerlandés abandonó, tras un trompo motivado por problemas de brake-by-wire y un fallo de su caja de cambios, dejando en solitario a Daniel Ricciardo por delante del resto. Nico Hülkenberg fue el mejor de ellos, en sexta posición, liderando así un grupo que nos ofreció una bonita pelea. Tras él se situó Esteban Ocon, seguido de un Fernando Alonso que tuvo sus más y sus menos con Kevin Magnussen, saliendo finalmente victorioso en su duelo particular para terminar octavo. Cerró la zona de puntos Sergio Pérez al ser penalizado Pierre Gasly tras la carrera.
Foto | Daimler