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Ferrari y Renault, anhelo y desencanto

A principio de este año publiqué un artículo, a modo de vaticinio, de lo que sería esta temporada de Formula 1. Allí asomé que Ferrari y Renault estarían animando el presente campeonato, concediendo el mayor favoritismo a la escudería italiana para alzarse con el título, en tanto pensé que el equipo francés sería el de mayor avance considerando su desempeño en la temporada 2016. Desde que se apagaron los semáforos en Melbourne, Ferrari, con Sebastian Vettel como estandarte, se ha mantenido en la cima, luchando en todos los escenarios contra Mercedes. En contraste, se admite que Renault ha decepcionado porque a pesar de ser un equipo oficial es gerenciado como un cliente.

Hasta ahora el campeonato ha sido de lo más entretenido, con cuatro victorias tanto para Sebastian Vettel como para Lewis Hamilton, pero destacando las seis poles alcanzadas por el piloto inglés, quien debería elevarse este mismo año como el mejor de la historia en ese ámbito en particular. Hamilton lleva diez temporadas consecutivas acumulando poles y lo raro sería que no siguiera haciéndolo. Sin embargo, a diferencia de los recientes campeonatos, Mercedes no ha sido una clara referencia ni tampoco ha podido sacudirse la sombra de Ferrari. El SF70H es tan competitivo como el W08 y el que no se observe supremacía absoluta del equipo plateado, tal como ocurrió en los últimos tres años, ya es indicio del gran trabajo realizado por el equipo italiano.

Otro punto a destacar en esta mitad de campeonato es que se mantenga la discreción en los predios de la escudería, apenas Sergio Marchionne ha realizado declaraciones sustanciales ante los medios, los demás implicados han guardado distancia con los micrófonos desde la pretemporada y apenas se limitan al protocolo. Todo esas especulaciones y habladurías acerca del nuevo contrato de Sebastian Vettel, la renovación de Kimi Räikkónen o una hipotética pugna interna entre Maurizio Arrivabene y Mattia Binotto son los enésimos inventos de cierta prensa amarillista que sufre con cada triunfo de Ferrari. Que desde el equipo italiano no se hagan eco de las tantas especulaciones indica que la gestión ha sido impecable. Resultaría sorpresivo si llegara a desarticularse tal conjunto ganador.

Preocupa un tanto las posibles penalizaciones por cambios en los elementos mecánicos, en tal sentido se tendrá que esperar por la rotación que el departamento técnico ha diseñado para sus piezas. También se debe tener presente que el cuadro italiano ha marcado la pauta en esta mitad de temporada y aunque no están al frente entre los constructores, el equipo Mercedes se ha visto obligado a perseguir, una situación a la que no estaban acostumbrados en años recientes. Ferrari es fuerte, como no lo había sido desde hace tiempo y esa tendencia debería mantenerse hasta el final.

Atrás podría quedar la mala costumbre de ceder espacios en los tramos finales de la contienda ya que ahora no hay razones para resignarse y bajar los brazos para enfocarse en el proyecto del año que viene. En Ferrari realizaron un gran trabajo, sin necesidad de copiar conceptos de otros equipos, y por tal razón las evoluciones deberían ser efectivas, tanto en el aspecto del motor como en el aerodinámico. También concede confianza el hecho de que Sebastian Vettel sea un gran cerrador de temporada cuando tiene opción al título y ello debería incidir en la motivación de la escudería. Hasta ahora se nota que el piloto alemán ha trasladado toda esa experiencia ganadora desde Red Bull hasta Ferrari y por tal razón luce factible cristalizar la corona.

Por otra parte, refiero al desempeño de la escudería Renault como el más decepcionante por varias razones. Sobre el papel tenían todos los elementos para realizar un avance importante considerando que es un equipo oficial. El diseño del R.S.17, concepción de Bob Bell, parecía prometedor, el desarrollo del nuevo motor, un sólido presupuesto, tener a un socio como Infiniti, patrocinadores y un piloto como Nico Hülkenberg, todos estos factores deberían ser suficientes para desplazarse desde el fondo de la parrilla, donde penaron en 2016, hasta aproximarse a la estela de Red Bull…pero no.

Renault tuvo tiempo suficiente para prepararse, pero en esta primera mitad de temporada a duras penas se ubican en el octavo lugar con 26 puntos, todos alcanzados por Nico Hülkenberg. Acá resulta desconcertante la dirección de Cyril Abiteboul, quien parece no tener la osadía necesaria para torcer el rumbo de un gran equipo. Que todavía Jolyon Palmer conserve su lugar mientras otras alternativas piden sin disimulo una oportunidad ya es para pensarlo. Y es que nada se perdería con evaluar otra opción diferente, considerando que el piloto inglés ha sido nulo hasta ahora. Para qué entonces exigir a los diversos departamentos que realicen su mayor esfuerzo si no se permiten cotejar resultados entre uno y otro piloto. El escueto e inexplicable rendimiento de Palmer representa una sombra negativa que se proyecta en el ánimo de todo el personal.

En Renault no se puede hablar de preferencias ya que no se advierten favoritismos, Hülkenberg no está apadrinado por algún patrocinador que influya en el rendimiento de ambos coches para hacer que destaque por sobre su compañero. Lo que se observa es verídico. En las once carreras que se han disputado, el alemán ha pasado a la Q3 en seis ocasiones y Palmer en una sola. Renault, como ningún otro equipo, cuenta con varios pilotos disponibles para ocupar el lugar del inglés y poner a prueba el nivel del R.S.17 desde otra perspectiva. Pero, si no hay voluntad de realizar cambios, para qué entonces montar todo el show mediático con Robert Kubica.

Otra muestra de candidez en la dirección de Renault es la constante cantaleta del proyecto a largo plazo, mientras dilapidan tiempo y recursos, mismos que deberían invertirse en avanzar ahora. Creer que alcanzarán a los demás con simples deseos, que Ferrari, Mercedes y Red Bull se acostarán a dormir un buen rato, no puede ser un plan de un equipo serio. Renault posee la inmensa ventaja de diseñar, construir y desarrollar sus propios motores, pero tal privilegio se está desperdiciando mientras quien dirige crea que todavía permanece en Caterham. No intento menospreciar a Cyril Abiteboul, considero que él debe saber más de todo esto que yo, pero no concibo que un equipo de un solo coche sea la base de un proyecto a futuro.

Si Renault estuviera padeciendo un clima de incertidumbre como Sauber, nada de lo que está aconteciendo trascendería, pero el equipo francés dispone de todo lo necesario, desde el punto de vista material, para estar arriba. Pero la dirección prefiere observar a Ferrari y a Mercedes a lo lejos, mientras siguen escudándose en el motor renombrado que lleva Red Bull, celebrando triunfos ajenos. Eso es para desencantarse.

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Humberto Gutiérrez

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