El Ford GT es uno de los vehículos de competición más polarizantes de esta década. Estrenado por segunda vez en 2015 después de una primera versión poco exitosa producida entre 2004 y 2006, su particular estética y sospechoso rendimiento en los circuitos mundiales despertaron un clamor entre los equipos rivales por el supuesto sandbagging (menor rendimiento posible) que les ayudaría a verse beneficiados por el Balance of Performance. Sin embargo, las prioridades de la marca del óvalo azul han pasado por encima de sus rivales y parece que incluso de las preferencias de sus propios empleados.
Y es que hace unos meses salió una información según la cual ni siquiera los pilotos oficiales de Ford tuvieron garantizada una versión de calle del GT, el mismo coche que pasará a manos de equipos privados. Scott Dixon pidió una versión del coche cuando firmó su contrato con Chip Ganassi Racing, equipo con el que ha sido campeón de la IndyCar Series en cinco ocasiones y que lleva la estructura del coche de marca del óvalo azul. Dixon tuvo que pagar una factura como cualquier otro cliente y explicó ciertas anécdotas de su espera, su coste y su primera conducción bajo la nieve en carreteras regionales.
Desde Ford no me pusieron problemas cuando pedí mi versión del GT, pero pasaron los meses y no recibí respuesta sobre el lugar dónde solicitar el coche. Me pidieron hacer un vídeo de introducción en el que llegué a decir que había ganado con la marca previamente. Vi a muchos ejecutivos de Ford con su GT cada fin de semana que competía y me pregunté qué iban a hacer con el mío hasta que llegó la factura; no me importó dejarme medio millón de dólares por la importancia histórica del coche. El día que lo estrené había nevado y normalmente no dejarían a nadie estrenar un coche con temperaturas tan bajas, pero creo que en el concesionario no les importó. Me lo llevé a casa en carreteras malas, no recuerdo subir más allá de tercera marcha o de 60 km/h.
Es curiosa la política de Ford respecto a su modelo deportivo más preciado, creado en parte para homenajear al mítico GT40 pero también para fabricar un nuevo mito moderno en las carreras. La fábrica de Multimatic en Canadá sirve a una restringida lista de clientes, que en 2019 se ha ampliado a aquellos que no pasaron el proceso de selección inicial y en 2020 se abrirá al público que se lo pueda permitir. Los pilotos de Ford en GTs y NASCAR tienen sus unidades (todas ellas pagadas y no regaladas), así como el proveedor de motores Jack Roush, el ex piloto Dario Franchitti, el jefe de McLaren Zak Brown y aficionados a la velocidad como el humorista Jay Leno, la cantante Amy Macdonald y el luchador y actor John Cena.