El arranque de la temporada 2009 del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 es uno de esos ejemplos en el mundo del deporte en el que todo se pone patas arriba y aquello que había sido la competición hasta la temporada anterior se puso completamente del revés. Dos equipos de zona media como Honda -ahora Brawn GP- y Red Bull eran de golpe y porrazo los dominadores, con Toyota y Williams en posiciones fuertes mientras Ferrari, McLaren y BMW-Sauber sufrían lo indecible. En el Gran Premio de Bahréin de 2009, Jenson Button ganó a lo campeón y puso sobre la mesa una firme candidatura al título.
Cuando el Gran Circo llegó a Sakhir para la cuarta cita de la temporada, Jenson Button lo hacía como líder tras sus victorias en Australia y Malasia -con mitad de puntos entregados- justo por delante de Rubens Barrichello y Sebastian Vettel en tercera posición después de triunfar en China. Red Bull seguía con su monoplaza con difusor convencional, plantando cara a los coches con doble difusor de la parrilla: los Brawn GP, Toyota y Williams. La gran ventaja de este elemento y la falta de utilidad real del KERS condenaron a los fabricantes que apostaron por este último elemento.
La sesión clasificatoria trajo la sorpresa de ver a los dos Toyota en primera fila gracias a una fantástica vuelta de Jarno Trulli, tres décimas más rápido que Timo Glock. Tras ellos, un inspirado Sebastian Vettel era tercero con Jenson Button cuarto y Lewis Hamilton quinto al lado de Rubens Barrichello. Para encontrar a Fernando Alonso, había que bajar hasta una nada despreciable séptima posición teniendo en cuenta el complicado monoplaza con el que contaba -su compañero Nelson Piquet Jr. fue décimo quinto- aunque el KERS podía ayudarle en las largas rectas del circuito de Sakhir.
En la salida Timo Glock estuvo más hábil que su compañero de equipo y tomó el liderato, mandando mientras Jarno Trulli tenía que defenderse de los ataques de Lewis Hamilton. Por su parte, Jenson Button atacó con éxito a un Sebastian Vettel que tenía más carburante y se situó cuarto. Apenas una vuelta después el piloto de Brawn GP adelantó también a Hamilton, situándose tercero. Era justo lo que necesitaba el británico, ya que los Toyota pararon a boxes antes al partir con menos carburante y montaron el compuesto más duro. Todo ello permitió que cuando unas vueltas después Button paró a boxes, volviera en cabeza.
La jugada le había salido perfecta a Button aunque le había ayudado el mal ritmo de Glock en el stint intermedio de carrera. De hecho el alemán había perdido tanto tiempo que tras las paradas se encontró en séptima posición. Mejor suerte -y ritmo- tuvo Trulli, que aguantó el segundo puesto por delante de Vettel. El ganador de la carrera anterior tenía hambre de más victoria pero no era capaz de adelantar al Toyota y sólo las paradas ayudaron a que pudiera situarse delante. El último stint vio al joven talento desatado, lanzado en persecución de un Button que contaba con una ventaja segura.
No hubo nada que hacer y finalmente Vettel fue incapaz de recortar la ventaja que le llevaba el líder de carrera. Así, Jenson Button logró la tercera victoria en cuatro carreras y tras un inicio incomprensible para los aficionados y periodistas de la Fórmula 1, el británico empezaba a oler a campeón del mundo. Pero no era solo una cuestión de máquina ya que si algo se vio en Bahréin era que Button había sabido cuándo atacar, cuándo conservar y en qué momento era absolutamente necesario sacar los mejores tiempos. Button tenía aún que convencer a muchos de su merecimiento del título pero en Sakhir dio un gran paso adelante en ese sentido.
El podio lo completaron un Sebastian Vettel ambivalente, satisfecho con su actuación pero decepcionado de no haber podido alcanzar a Button, y Jarno Trulli. El piloto de Toyota fue algo más prudente que su compañero de equipo y como resultado completó una carrera menos movida pero más eficiente en tercer puesto. Lewis Hamilton tuvo que conformarse con una cuarta posición a más de diez segundos del podio mientras que Rubens Barrichello supo recuperarse tras sufrir problemas de tráfico a principios de carrera para terminar quinto. Sexto fue Kimi Räikkönen, obteniendo los primeros puntos de Ferrari y evitando que sufrieran el peor inicio de su historia.
El campeón del mundo de 2007 terminó apenas unas décimas por delante de Timo Glock, la gran decepción de una carrera en la que pudo haber luchado por el podio. El motor Toyota funcionaba bien -a pesar de los problemas técnicos de Kazuki Nakajima, único abandono del Gran Premio- y con un chasis correcto y el doble difusor, se le podría haber sacado más partido a una situación estratégicamente muy beneficiosa como la de tener a los dos coches en las dos primeras posiciones en los compases iniciales de carrera. Pocas veces Toyota tuvo una carrera tan de cara en sus ocho años en la Fórmula 1.
El último punto en Bahréin fue para Fernando Alonso, sacando provecho de todo lo que el R29 tenía que ofrecer para completar la carrera en octava posición. Un resultado insuficiente para sus ambiciones, sobre todo tras un final de temporada de 2008 particularmente competitivo. El asturiano parecía atascado en el equipo francés y los rumores sobre su marcha a otro equipo en 2010 estaban en su punto álgido. Un año más tarde, el Gran Premio de Bahréin traería una historia completamente distinta con el mejor resultado para iniciar su etapa de rojo aunque antes, aún habría que sufrir mucho…