Hay carreras que pasan a la historia y otras que sencillamente se convierten en leyenda. Curiosamente, los motivos por el que ciertos eventos trascienden su importancia esperada suelen estar lejos de los triunfos y los resultados puramente deportivos. Pueden tener que ver pero no están siempre relacionados. Algo así sucede con el Gran Premio de Canadá de 1981, recordado sobre todo por las acrobacias bajo la lluvia y sin alerón delantero -tras llevarlo dañado y perjudicando su visibilidad durante vueltas- de Gilles Villeneuve, tercero en la que fue su última participación en la carrera de casa. Tanto es así que a menudo queda relegado al olvido un Jacques Laffite que fue el justo ganador de una carrera en condiciones terribles.
La carrera había generado muchas expectativas por varias razones, entre las que estaba el intento de clasificarse por parte de Jacques Villeneuve, hermano del piloto de Ferrari. «Jacquo» intentó meterse en la carrera con un Arrows pero su inexperiencia en la Fórmula 1 junto a la evidente falta de rodaje le complicaron la vida y al final sólo el mayor de los Villeneuve pudo estar en pista. Pero antes de eso, en Montreal anunció su retirada Alan Jones -aunque acabó volviendo para una carrera suelta en 1983 y luego con Haas en 1985- y en el paddock los rumores hablaban de la vuelta de Niki Lauda, quien se decía que había probado un McLaren en Donington Park.
En lo deportivo, Nelson Piquet y Carlos Reutemann demostraron que por algo eran los principales candidatos al título y ocuparon las dos primeras posiciones en parrilla, casi cuatro décimas por delante el argentino del tercer clasificado, su compañero Alan Jones. Alain Prost cerraba la segunda fila con Nigel Mansell justo detrás y un Héctor Rebaque especialmente inspirado en sexta posición esperando ayudar a su compañero en el equipo Brabham. Había que bajar hasta las posiciones novena, décima y undécima para encontrar a pilotos tan destacados como John Watson, Jacques Laffite y Gilles Villeneuve, esta vez una sola posición por delante de Didier Pironi, su compañero en Ferrari.
Pero el domingo se levantó con una lluvia torrencial sobre el circuito de Montreal y la salida fue ya algo caótica, destacando sobre todo el dramático toque entre Alan Jones y Carlos Reutemann. El argentino debía haber sido escudero del australiano pero tras haber cedido la victoria en Long Beach, no quiso repetir en Brasil y se negó a dejar ganar al campeón en título. Así comenzó su campaña triunfal, ganando una carrera más en Bélgica y subiéndose varias veces al podio para acabar llegando con opciones que Jones no tendría. Un contacto entre ambos en la primera curva de la penúltima carrera tenía un significado especial, sobre todo tras haber anunciado Jones su retirada. Así, el campeón de 1980 tomó la cabeza de carrera mientras su compañero perdía posiciones.
Apenas siete vueltas le duró la alegría a Jones, que en unas condiciones tan delicadas acabó trompeando justo por delante de Nelson Piquet. El brasileño tuvo que esquivarle saliendo de pista, con lo que ambos perdieron varias posiciones y la cabeza de carrera fue a parar a manos de Alain Prost, con un sorprendente Jacques Laffite segundo. El piloto de Ligier había hecho valer su experiencia y sin excesos en una pista muy complicada había logrado remontar ocho posiciones desde parrilla mientras varios de sus rivales cometían errores por exceso de fogosidad. En la vuelta 13, Laffite aprovechó su mejor ritmo y adelantó a Prost, situándose en una primera posición que ya no cedió hasta la bandera de cuadros.
Pero el gran protagonista de la carrera tenía que ser un Gilles Villeneuve que tras cometer un error y dañar el alerón delantero de su Ferrari, decidió continuar a pesar de todo. El alerón dañado acabó, por el efecto del viento, levantándose y actuando quien sabe si de parapeto o de alerón extra para ganar algo de agarre. Lo que sí está claro es que bloqueaba la visibilidad del canadiense, que sacaba la cabeza del cockpit para poder seguir pilotando mientras se guiaba por los marcadores de frenada del circuito para poder saber en qué momento tenía que frenar para luego meterse en cada curva casi a ciegas en un acto a medio camino entre la valentía más extrema y la locura más inconsciente.
Cada vuelta sufría en la frenada de la horquilla y en más de una ocasión fue demasiado largo, mientras intentaba aprender el punto de frenada sin su alerón delantero actuando de forma normal. Fue en esa misma horquilla, donde, tras vueltas pisando los pianos para sacurlo, finalmente el alerón delantero acabó desprendiéndose. La situación casi le costó un trompo que podría haber terminado con su carrera. El coche había perdido el frontal pero con la visibilidad recuperada, Villeneuve se vio con ánimos no sólo de seguir adelante sino de hacerlo con garantías. En efecto, el número 27 logró terminar la carrera en una sensacional tercera posición final, aunque fuera a casi dos minutos del vencedor.
Mientras tanto, Laffite lograba una espectacular victoria por delante de John Watson, segundo en un día en el que evitó graves errores para llevarse seis valiosos puntos. Tras el trío del podio, Bruno Giacomelli firmó los primeros puntos de la temporada por delante de un Nelson Piquet que finalmente fue quinto. A pesar de haber perdido una posible victoria, el brasileño era consciente de que en su lucha por el título cualquier punto era importante… como acabó demostrándose en la última cita del año. El último punto de la jornada fue para Elio de Angelis, que de forma discreta logró llevar a su Lotus-Ford a la línea de meta para obtener su último punto de la temporada 1981.
La victoria de Laffite se las trae a nivel estadístico y es que ante todo, fue la última victoria tanto del piloto francés como de los motores Matra. El propulsor V12 galo aún se mantuvo en pista al año siguiente pero el paquete junto con Ligier no sería lo suficientemente competitivo como para pelear por ganar. Además, fue la última victoria de Ligier… hasta que el destino quiso regalarles ese sensacional triunfo de Olivier Panis en el Gran Premio de Mónaco de 1996, algo único e irrepetible. Adicionalmente, fue también la última vez que Villeneuve compitió en Canadá. En cuanto al campeonato, el resultado dejaba a Nelson Piquet, Carlos Reutemann y al propio Jacques Laffite como candidatos al título para la última carrera en el Caesars Palace.