A lo largo de su historia, el Gran Premio de España ha vivido todo tipo de carreras, muchas de ellas excelentes y otras históricas. Los circuitos de Pedralbes, Jarama, Montjuïc, Jerez y Barcelona han sido todos ellos excelentes escenarios para que los aficionados de todo el mundo disfruten con la competición. Una de las mejores carreras vistas jamás en España fue en 1996, cuando Michael Schumacher dio toda una lección de pilotaje con un coche muy inferior a los Williams de Damon Hill y Jacques Villeneuve e incluso por debajo de los Benetton de Jean Alesi y Gerhard Berger. El piloto de Ferrari se aprovechó de la lluvia para mostrar su talento y logró así su primera victoria con Ferrari.
Cuando la Fórmula 1 llegó a Montmeló para el Gran Premio de España de 1996, Williams había demostrado tener el campeonato muy de cara. A diferencia de la mayoría de los demás equipos, el equipo británico había encontrado la manera de tener un coche que cumpliera con la normativa de las protecciones del lado de la cabeza del piloto sin perjudicar a la aerodinámica del monoplaza. Ni Ferrari ni Benetton o McLaren lo habían logrado, con lo que Damon Hill y Jacques Villeneuve se encontraban con un FW18 especialmente competitivo. Llegados a Barcelona para la sexta carrera del año, sólo Ligier había interrumpido el dominio de Williams en una extraña carrera.
Con un Hill con 43 puntos y un Villeneuve con 22 por los 16 de Schumacher, las expectativas en el Gran Premio de España eran las de ver a los dos compañeros de equipo repartirse el protagonismo. Tanto fue así que los dos Williams ocuparon la primera fila de la parrilla de salida con Schumacher tercero a medio segundo de Villeneuve y nueve décimas de Hill. Alesi y Berger seguían justo por detrás, mientras Eddie Irvine cerraba el top 6. Los tres monoplazas más competitivos ocupaban las tres primeras filas de parrilla y si la carrera era en seco, entre ellos debería estar la pelea. Pero la historia es caprichosa y el domingo se levantó con un diluvio espectacular.
La salida fue caótica, comenzando con los problemas que dejaron a Mika Salo parado en la vuelta de formación, lo que le llevó a cambiar de coche de inmediato, hecho que le costó la descalificación ya que no estaba permitido hacerlo tras haberse puesto los coches en marcha. En la propia arrancada, varios incidentes terminaron las retiradas de David Coulthard, Pedro Lamy, Ricardo Rosset, Giancarlo Fisichella y Olivier Panis, mientras que Eddie Irvine sufrió una salida de pista que le dejó fuera de carrera. La mejor arrancada fue de Villeneuve, que se situó en primera posición por delante de Alesi y Hill y Berger.
Era un inicio fantástico para los motores Renault con sus cuatro coches en las cuatro primeras posiciones, justo por delante de un Michael Schumacher que había caído hasta ser sexto antes de adelantar a Rubens Barrichello. Pero las cosas comenzaron a cambiar con un error de Hill que le hizo volver a pista tras su némesis. Fue sólo el primero de los sustos del británico, que en la vuelta diez acabó golpeando el muro interior de la recta de meta tras perder el control de su monoplaza. Por aquel entonces Schumacher había ya logrado dar cuenta de Berger, Alesi y Villeneuve en ese orden, tomando el liderato de la prueba y escapándose.
De hecho, Schumacher era capaz de rodar unos tres segundos más rápido por vuelta que los demás pilotos en ese punto de la carrera. Mientras tanto, también Ukyo Katayama quedaba fuera de la misma por problemas eléctricos, con Martin Brundle y Johnny Herbert completando un mal día para los británicos al retirarse por problemas en el diferencial y una salida de pista respectivamente. Tras las paradas a boxes, Alesi se encontró en segundo puesto y Villeneuve cuarto aunque logró quitarse de encima a un Barrichello que había sacado partido de su estrategia. Desafortunadamente, no llegó a ver la bandera de cuadros.
El piloto brasileño sufrió también una rotura de diferencial, una vuelta después de que Berger sufriera una salida de pista y se sumara al a extensa lista de víctimas del Gran Premio de España de 1996. Con siete pilotos en pista, las posiciones estaban suficientemente definidas pero el error de un Jos Verstappen que era quinto acabó de sentenciarlo todo. El hombre de Arrows sufrió una salida de pista y perdió una oportunidad vital para su escuadra, quedando sólo seis coches en competición. Por delante, Schumacher seguía mandando con autoridad, cada vez más lejos de los demás piloto. Tan extremo era su ritmo que la segunda mejor vuelta rápida de la carrera, obra de Barrichello, estuvo a dos segundos del mejor giro de Schumacher.
Con pocas vueltas para el final y unas condiciones de pista atroces, los últimos seis pilotos no arriesgaron en exceso, sabiendo que tenían puntos asegurados y cualquier heroicidad podía dejarles sin recompensa. De esta forma, Michael Schumacher cruzó la línea de meta en primera posición y se llevó su primera victoria con Ferrari. Tras él, Jean Alesi y Jacques Villeneuve completaron el podio, curiosamente todos ellos guardando alguna relación con Ferrari, siendo Alesi su antiguo piloto y Villeneuve hijo de otro antiguo piloto de la marca. Heinz-Harald Frentzen fue cuarto y la zona de puntos la completaron Mika Häkkinen y Pedro Díniz.
El resultado hizo que Schumacher lograra empatar con Villeneuve en la general a 26 puntos, lo que hacía pensar en una posible lucha por el título por parte del equipo de Maranello, contando con que había diez carreras aún por disputarse. Fue un mero espejismo ya que el F310 y su versión B no llegaron nunca a estar a la altura del FW18 y el ya probado motor Renault V10, muy superior al primer V10 de Ferrari. Pero en cualquier caso ese día se recordará por ser la primera vez que los himnos alemán e italiano se escucharon en honor a la asociación Schumacher-Ferrari que tantas alegrías les dio a los tifosi.