El proceso de Honda para obtener finalmente su primera victoria como proveedor de motores para otros equipos fue largo y difícil. En el Gran Premio de Dallas de 1984 se consumó el primer éxito pero no llegaron a convertirse en algo habitual hasta 1986. Hacia finales de 1985, el propulsor japonés se mostró como el que mejor progresión tenía en la categoría reina y ello ayudó a Williams a tener un gran final de campaña. El Gran Premio de Europa de 1985 fue especialmente importante para un Nigel Mansell que ganó su primera carrera de Fórmula 1 tras años buscando lo que empezaba a parecer una victoria imposible.
A falta de tres carreras para el final, los 16 puntos de diferencia entre Alain Prost y Michele Alboreto hacían que el campeonato estuviera muy bien encaminado para el francés mientras el piloto de Ferrari llegaba a Brands Hatch para el Gran Premio de Europa con una necesidad imperiosa de romper la racha de dos carreras seguidas sin puntuar. El cambio de marca del turbocompresor había dado como resultado una caída en la fiabilidad y Alboreto había perdido catorce puntos en dos carreras. La lucha por el campeonato había caído por una decisión excesivamente política de Enzo Ferrari, que creía que el fabricante de sus turbo -KKK- favorecería a Porsche al ser alemanes ambos.
La sesión clasificatoria confirmó varios elementos que habían sido centrales en las semanas anteriores a la carrera, empezando por la tendencia de determinadas combinaciones de pilotos, motores y monoplazas a rendir excepcionalmente bien en clasificación. De esta forma, Ayrton Senna obtuvo una nueva pole position por delante de Nelson Piquet y su Brabham-BMW con los dos Williams-Honda en segunda fila. Incluso Philippe Streiff logró ser quinto con su Ligier-Renault. Alain Prost era el primer candidato al título, en sexta posición, mientras Michele Alboreto empezó con el pie izquierdo y clasificó en una preocupante décimo quinta posición.
Curiosamente, la salida invirtió los papeles de los candidatos al título y mientras Prost realizaba una mala arrancada y caía al décimo cuarto puesto, Alboreto hacía todo lo contrario y lograba subir hasta el noveno. Sin ser una gran posición, el estar por delante del primer piloto de McLaren era la mejor situación para el italiano. En cabeza, Senna mantuvo el liderato por delante de un inspirado Rosberg que había subido al segundo puesto tras adelantar a Piquet. Tras ellos, Mansell ocupaba el cuarto puesto y era testigo de excepción de lo que ocurría al frente de la carrera y en especial de lo ocurrido en la séptima vuelta.
Cuando Rosberg intentó adelantar a Senna y la jugada no le salió bien, Piquet se acercó demasiado al Williams y acabaron contactando, lo que acabó con el Brabham fuera de carrera y Mansell subiendo hasta la segunda posición… puesto que su compañero de equipo se vio obligado a parar a boxes habiendo sufrido un pinchazo. Cuando Rosberg pudo volver a pista, lo hizo justo delante del líder de carrera y antes de ser doblado, molestó todo lo que pudo a Senna para permitir que Mansell le presionara y le adelantara en la novena vuelta. Mientras tanto, el campeonato dio un vuelco definitivo tres giros más tarde con una nueva rotura del turbo de Alboreto.
Con el piloto de Ferrari fuera de carrera y Alain Prost en plena remontada, un quinto puesto le valdría para ser campeón del mundo. Siendo el actual subcampeón un hombre inteligente, su carrera se gestionó sin excesos y con el conocimiento de que una posición decente le daría algo grande que celebrar al bajarse del coche. El futuro tetracampeón acabó siendo cuarto, su única carrera terminada fuera del podio en 1985 y un resultado que acabó siendo descartado tras el podio en Sudáfrica pero en Brands Hatch los puntos eran suficientes ya para proclamarse campeón del mundo aunque Alboreto ganara las dos carreras restantes.
Nigel Mansell logró escaparse de Ayrton Senna, ocupando una cómoda primera posición que le ayudaba a dirigirse hacia su ansiada primera victoria. Tras el británico, Marc Surer ocupó el segundo puesto durante parte de la carrera a bordo del competitivo pero frágil Brabham-BMW tras dar cuenta de Senna. El suizo parecía tener su primer podio en la Fórmula 1 al alcance pero a poco más de diez vueltas para el final su turbo dijo basta, terminando con lo que habría sido un día mágico para él. Finalmente un Mansell en éxtasis completó la carrera y vio la bandera ajedrezada en primer puesto con Senna segundo y Rosberg tercero tras una sensacional remontada.
Alain Prost se proclamó campeón del mundo por primera vez gracias a su cuarto puesto, heredando la corona de un Niki Lauda que no estaba en Brands Hatch a causa de una lesión. Su volante en el coche número 1 lo ocupó un ya retirado John Watson que volvió para hacer el favor a su antiguo equipo, convirtiéndose además en el último piloto en usar el dorsal reservado para el campeón sin serlo. Su fin de semana fue de menos a más y a pesar de ser sólo vigésimo primero en parrilla, Watson logró subir hasta la séptima posición final aunque desafortunadamente no era suficiente como para sumar ningún punto.
Quien sí logró puntuar fue Thierry Boutsen. El belga realizó una sólida carrera en un menos competitivo Arrows y se llevó el punto de honor gracias a su sexto puesto por detrás de Elio de Angelis en el segundo Lotus. En otras efemérides, esta cita vio el debut de Ivan Capelli a bordo del segundo Tyrrell, reemplazando al malogrado Stefan Bellof tras perder este último la vida en su accidente en los 1000 km de Spa-Francorchamps. La Fórmula 1 tendría una nueva polémica al plantearse lo apropiado de su visita a Sudáfrica en plento Apartheid. Al final hubo carrera pero no sin protestas de buena parte de los pilotos y equipos, muchos de ellos amenazando con no competir y obligados a hacerlo sólo por razones contractuales.