Hay eventos que despiertan el interés del mundo entero, a nivel deportivo. A veces, son las peores circunstancias, las que elevan la popularidad de una competicion que ya podía ser algo muy grande. Eso es lo que le ocurrió a la Fórmula 1 en un 1994 repleto de situaciones que bajo cualquier prisma serían consideradas como muy malas… y aún así, despertaron una pasión desmesurada por el campeonato. El fallecimiento de Roland Ratzenberger y Ayrton Senna el mismo fin de semana, el grave accidente de Karl Wendlinger en Mónaco y Andrea Montermini en Barcelona, las discutibles sanciones a Michael Schumacher, los rumores sobre ayudas al pilotaje ilegales en el Benetton B194… todo ello, culminando con una última carrera en la que el toque entre los dos candidatos decidió el título a favor del alemán. El primer duelo entre Michael Schumacher y Damon Hill llegó a su fin en Australia pero antes de ello, Jerez tuvo un papel crucial.
La Fórmula 1 llegó a Jerez después del periodo más tumultuoso a nivel deportivo de todo 1994. Después de seis victorias en las siete primeras carreras, Schumacher fue descalificado en Gran Bretaña por superar brevemente a Hill en la vuelta de formación. Desde Benetton argumentaban que había sido un despiste y no algo hecho a propósito. En cualquier caso, el problema estuvo en cómo dirección de carrera gestionó una sanción que llegó demasiado tarde para ser aplicada en pista (en esa época no existía la idea de sumar tiempo a final de carrera) y por ello, se aplicó una descalificación y una carrera de suspensión para Schumacher. Evidentemente, ello ayudaría a que el mundial se apretara un poco más… siendo el inconveniente que la carrera de suspensión era en Alemania, casa del líder del mundial. Alemania es una tierra con cultura automovilísitca, marcas importantes y circuitos legendarios pero por aquel entonces, jamás habían tenido un campeón del mundo.
Ante la primera oportunidad de ver a su futuro paladín, esta se desvanecía en una sanción considerada por muchos injusta. La respuesta de Benetton fue una protesta formal que retrasaba la decisión de la FIA y dejaba que Schumacher tomara parte en el Gran Premio de Alemania, permitiendo a todos sus compatriotas ver a su ídolo. Era una decisión hecha con el corazón, más que con la cabeza, pues a priori Hockenheim era un circuito que no debía favorecer al B194 con motor Ford V8 frente a los Ferrari V12 y Renault V10. Peor aún, la rotura del motor antes de llegar al ecuador dejó a Schumacher fuera de carrera. Sin puntos, sin recompensa… y con una respuesta desmesurada de la FIA: cambio de una a dos carreras de suspensión tras decidir que la apelación no había sido justificada. Y después de una paliativa victoria en Hungría, Schumacher fue descalificado en Spa por excesivo desgaste en el patín de madera… un desgaste causado por un trompo sobre un piano del trazado belga.
De esta forma y sin Schumacher en Monza y Estoril, la Fórmula 1 llegó a Jerez con un ambiente enrarecido. La tensión entre Schumacher y Hill había caído gracias a no haber competido juntos en la dos últimas carreras, pero en Benetton sentían que estaban siendo víctimas de un ‘complot’ para mantener la emoción del campeonato hasta el final. Incluso la narrativa ayudaba; a fin de cuentas, si Hill podía pelear con Schumacher, ¿qué habría hecho Senna? Claro, que Hill solo ganó dos carreras con Schumacher en pista y sin ser descalificado, lo que da una imagen muy distinta. El Gran Premio de Europa era la antepenúltima cita de la temporada 1994 y se planteaba con Schumacher un solo punto por delante de Damon Hill: 76 contra 75. A falta de tres carreras para el final, era como si el mundial entre ellos dos comenzara desde cero. Antes de la disputa de la carrera y a pesar de los intentos de Schumacher de desestabilizar al más nervioso Hill, la foto para los medios con la reconciliación entre ambos.
Para poder pelear cara a cara con Benetton, Williams trajo a Nigel Mansell como segundo piloto para las tres últimas carreras, dejando a David Coulthard preparándose para su primera temporada completa en 1995. Aún así, nadie pudo parar a un Schumacher que firmó la pole position por delante de Hill y Mansell. Heinz-Harald Frentzen sorprendía a todo el mundo con un cuarto puesto mientras Rubens Barrichello era quinto. Mientras tanto, los Ferrari sufrían con Gerhard Berger sexto y Jean Alesi diez puestos más atrás después de no poder marcar ningún tiempo en la Q2 del sábado. En la salida, Hill dio la gran sorpresa y logró superar a Schumacher, llegando a la primera curva en primera posición y dando un paso importante en la pelea por el título. Pero las carreras tienen 300 kilómetros de eventos y eso lo sabían tanto en Williams como en Benetton. Estos últimos intentaron jugar la baza de la estrategia, algo que salió bien y permitió a Schumacher ganarle la posición a Hill en los boxes, gracias a unas vueltas que empezaron a mostrar una de las principales fortalezas del futuro Kaiser.
En Benetton habían optado por una estrategia a tres paradas para que el coche fuera más rápido y más ligero. Si no encontraba tráfico en pista, la carrera debería ser suya… y así fue, con un Williams que dejaba a Hill con una estrategia más conservadora con dos paradas. Según se supo después, problemas con la maquinaria para repostar habían metido demasiado carburante en la segunda parada de Hill, complicándole aún más la vida. Por detrás, menos líos de los esperados. Mansell partió mal y dejó que Frentzen se situara en tercera posición en un principio. También Barrichello y Berger superaron al segundo Williams, aunque el desarrollo del Gran Premio fue distinto. El brasileño tuvo una carrera difícil, mientras Berger acabaría siendo superado por el otro Jordan, con Eddie Irvine al volante. Frentzen tuvo que conformarse con el sexto puesto final, satisfactorio pero no del todo después del gran inicio de carrera.
Mansell había abandonado a poco más de veinte vueltas del final, con lo que Mika Häkkinen aprovechó las circunstancias de la carrera para terminar tercero. El finlandés tuvo la fortuna que le faltó a su compañero de equipo, un Martin Brundle que había logrado finalmente un contracto con uno de los equipos grandes pero lo había hecho en un año especialmente complicado con un motor Peugeot que corría tanto como era poco fiable. De hecho, la carrera del británico terminó con un nuevo motor roto tras apenas ocho vueltas. Estos eran solo algunos de los ‘dramas’ del primer Gran Premio de Europa en Jerez, que había llegado para reemplazar al Gran Premio de Argentina que estaba previsto para 1994 y que solo llegó en 1995. Por detrás, había que destacar tanto las actuaciones como las situaciones de un Johnny Herbert que debutaba con Ligier después de que los líos económicos de Lotus acabaran con su contrato en manos de Flavio Briatore.
En las dos últimas carreras estaría en Benetton. Esta jugada dejó a Éric Bernard en el Lotus que había pilotado el británico durante todo el año. Sería su última carrera en la Fórmula 1. No eran los únicos cambios de pilotos, con los debuts del japonés Hideki Noda y el italiano Domenico Schiattarella. Pero más importante aún, la de Jerez fue la última carrera de la larga trayectoria del tristemente desaparecido Andrea de Cesaris. Su retirada tras 37 vueltas con problemas en el acelerador no era el final deseado pero en la historia quedó su fogosidad, su corazón y su tesón a la hora de pilotar en las 208 pruebas que disputó. Pero estando en una temporada tan particular como la de 1994, la prensa, los aficionados y los pilotos ya estaban más pendientes de las dos últimas carreras que de lo que estaba ya en el pasado. Japón y Australia prometían emociones fuertes y como suele suceder en estos casos, el final de temporada no decepcionó.