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Gran Premio de Francia 1990: Adrian Newey pierde desde casa y entrega la victoria cien a Ferrari

La temporada 2018 de Fórmula 1 verá el retorno del Gran Premio de Francia después de diez años de ausencia del calendario. Pero quizás más importante es la vuelta del circuito de Paul Ricard por primera vez desde 1990. La última vez que el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 visitó el trazado de Le Castellet, Ayrton Senna estaba aún en McLaren, Ferrari no había llegado a las 100 victorias que iba a lograr ese mismo fin de semana y Adrian Newey era apenas un desconocido dentro de la categoría reina, sin ningún indicativo de que fuera a tener el brillante futuro que acabó ganándose por derecho propio. El Gran Premio de Francia de 1990 vivió una espectacular jornada de carreras en la que Alain Prost logró un importante triunfo para el mundial a costa de Ivan Capelli, en un Leyton House que no había logrado aún ningún gran resultado ese año.

Cuando la Fórmula 1 llegó a Francia para la séptima carrera de la temporada de 1990, Ayrton Senna tenía más puntos que nadie y encabezaba la clasificación general con 31 puntos por 23 de Alain Prost y Gerhard Berger, compañero del brasileño. Por detrás, Jean Alesi y Nigel Mansell empataban en el cuarto puesto de la general. Los equipos Williams y Benetton habían mostrado buena velocidad, pero no habían acabado de estar tan arriba como deseaban y la llegada a Paul Ricard no hacía que nadie esperara grandes cambios. Si McLaren y Ferrari habían sido los grandes dominadores de las seis primeras carreras de la temporada con la gran excepción del sorprendente triunfo de Riccardo Patrese en su Williams en Imola, Paul Ricard no debería ofrecer nada nuevo. El circuito, en su versión corta, era idóneo para que un coche bien reglado pudiera dar alguna sorpresa en la sesión clasificatoria, pero poco más.

Por su parte, Adrian Newey vivía la carrera desde casa. El británico había sido echado del equipo antes (y después) conocido como March en medio de una vorágine que mezclaba la falta de rendimiento con política interna de la escuadra. Uno de los puntos que lamentaba Newey era el no poder estar presente en la primera carrera con las nuevas mejoras del Leyton House CG901. Después de los problemas sufridos durante 1989 y el inicio de 1990 en el que los coches se habían quedado sin clasificarse en seis de doce intentos (en la carrera anterior en México, ninguno de los dos pilotos pudo tomar la salida), Newey había encontrado la solución y a pesar de una confianza en si mismo muy reducida, estaba convencido de que iba por buen camino. El esperado mejor rendimiento no se hizo esperar demasiado y desde los primeros entrenamientos libres, quedó claro que el coche era prácticamente una máquina nueva.

Las sesiones clasificatorias no trajeron grandes sorpresas al estar los Ferrari y McLaren en las dos primeras filas, aunque sí era inesperado ver a Nigel Mansell con el mejor tiempo, una décima por delante de Gerhard Berger. Con los escuderos por delante de sus jefes de fila, la carrera del domingo se planteaba interesante. Ayrton Senna era tercero, con Alain Prost a su lado. Tras ellos, Alessandro Nannini y Riccardo Patrese copaban una tercera fila homogénea en cuanto a nacionalidades y heterogénea en cuanto a sus monturas. El único hombre en colarse entre los Williams y los Benetton era Ivan Capelli, séptimo y capaz de superar a Thierry Boutsen y Nelson Piquet. El top 10 lo completó precisamente Maurício Gugelmin, colega de Capelli en Leyton House y antiguo compañero de piso de Senna en su llegada a Europa.

En la salida, Berger tomó la cabeza de carrera, adelantando a Mansell, que mantenía la segunda posición por delante de Senna. Prost, por su parte, cayó hasta la sexta posición y fue superado por los dos italianos de la tercera fila. Sorprendía un Jean Alesi que en su carrera de casa realizaba una gran salida para situarse noveno desde la décimo tercera posición en parrilla. El primer abandono entre los coches de la zona alta llegó con un Boutsen cuyo motor Renault cedió tras solo siete vueltas. En el mismo giro, Emanuele Pirro había retirado su Dallara con problemas de frenos. Siguieron Alex Caffi con la suspensión rota y Jean Alesi con el diferencial de su Tyrrell como causante de su abandono. Mientras tanto, los Leyton House parecían incapaces de mantener el ritmo mostrado a una vuelta e iban perdiendo posiciones.

Cerca de la vuelta 30 empezaron a llegar las primeras paradas por parte de los pilotos que cambiaban de neumáticis para poder empujar toda la carrera. Ello dejó en cabeza a los dos Leyton House, que no habían realizado aún sus paradas… y en pocas vueltas empezó a quedar claro que iban a intentar a realizarlas en ningún momento. Ayudados por lo llano del asfalto de Paul Ricard y la larga recta que les ayudaba a aprovechar su gran eficiencia aerodinámica, los dos coches del equipo rodaban cómodamente en las dos primeras posiciones. Se trataba de una estrategia tan audaz como difícil de completar con éxito y Gugelmin acabó viéndose obligado a parar cuando ya era tercero. Prost le había adelantado en la vuelta 54 y el brasileño paró, sabiendo que con neumáticos nuevos podría empujar más de lo que lo había hecho en los dos primeros tercios de carrera. Aunque el podio fuera difícil, los puntos deberían llegar… pero su motor cedió en la vuelta 57.

Antes de Gugelmin, se había retirado también Pierluigi Martini con problemas eléctricos. Después del abandono del Leyton House, siguieron Satoru Nakajima con una caja de cambios rota y Nigel Mansell con un motor que se quedó a ocho vueltas de acabar… ocho vueltas después de haber marcado la vuelta rápida de la carrera. En primera posición seguía aún Ivan Capelli, confirmada su estrategia de no parar y aunque cada vez con menos ventaja, todo parecía estar de cara para lograr una victoria más que inesperada. Pero a pocas vueltas para el final, el motor Judd del Leyton House empezó a fallar. La sangría de segundos era cada vez más acusada y a falta de tan solo dos vueltas y media para el final, Alain Prost tomó el liderato y acabó ganando la carrera. Era un regalo del destino para el ídolo local, además de dar una sensación agridulce a Capelli y a todo el equipo Leyton House. El italiano llevaría el coche a la segunda posición, sí, pero siempre quedaría la sensación de lo que pudo haber sido.

En el podio, un exultante Alain Prost sonreía por su quinta victoria en Francia, el centésimo triunfo de Ferrari en la Fórmula 1 y los seis puntos recortados a su máximo rival en la lucha por el mundial, un estóico Ayrton Senna que era consciente de lo importante que habría sido ganar en casa del ‘enemigo’. Por su parte, Ivan Capelli vivía la increíble mezcla de sentimientos de haberse quedado a pocas vueltas de ganar pero haber logrado un resultado tan inesperado como necesario. A todo esto, Adrian Newey vivía con intensidad la carrera desde su casa, orgulloso del trabajo hecho y preparado para cerrar el capítulo de Leyton House mientras miraba hacia adelante en un futuro que acabaría pasando por el equipo Williams unos meses después.

La zona de puntos la cerraron Nelson Piquet, Gerhard Berger y Riccardo Patrese, todos ellos lejos de los hombres de cabeza. Este resultado dejaba a Senna con 35 puntos, solo tres más que Prost, que conseguía desmarcarse de un Berger que se mantenía a diez de su compañero y jefe de filas. Por su parte, Piquet lograba afianzarse en la cuarta posición de la general. Pero la historia aún tenía que vivir un año espectacular, con las diez carreras que quedaban por delante, así como también los años venideros. A lo largo de las casi tres décadas siguientes, Ferrari ganaría más de 130 carreras y Adrian Newey lograría con sus coches diez títulos de constructores y otros diez de pilotos en una carrera profesional entre las más laureadas de la historia de la Fórmula 1.

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