Hay eventos en la historia del automovilismo que resultan claves para el desarrollo de la misma por motivos deportivos, técnicos o incluso políticos. En el caso del Gran Premio de Gran Bretaña de 1977, la carrera en Silverstone tuvo todo lo que puede quererse de una prueba que deba pasar a la historia, incluyendo una victoria mágica, dos debuts que marcarían el devenir de la Fórmula 1 en años venideros y el accidente más fuerte que un piloto de la categoría reina ha sobrevivido jamás. Todo ello, en medio de un campeonato que hasta ese momento había estado igualado y un Niki Lauda que estaba a punto de comenzar un majestuoso vuelo hacia la consecución de su segundo título de campeón del mundo de Fórmula 1.
La carrera vio la friolera de 36 coches inscritos, lo que evidentemente era demasiado incluso para las ya habituales sesiones de preclasificación. La solución encontrada por los organizadores de la carrera fue el añadir una sesión cronometrada el miércoles para catorce de los inscritos, aquellos que eran considerados más modestos, para que pelearan por un puesto en la sesión clasificatoria. El objetivo era eliminar ya el miércoles a seis coches para que un máximo más aceptable de 30 disputaran la sesión final. Entre los eliminados estuvo David Purley, que durante una vuelta rápida se quedó sin frenos y sufrió un escalofriante accidente en el que deceleró de 173 a 0 km/h en un espacio de 66 centímetros, sufriendo un estimado de 179,8 G’s y convirtiéndose en el superviviente de una mayor fuerza G hasta que Kenny Bräck le superó en un accidente en 2003.
Sí pasó Emilio de Villota con un McLaren privado aunque el español no logró clasificarse para la carrera y quedó fuera junto a otros cuatro pilotos entre los que se encontraba un Clay Regazzoni que solo dos años después ganaría con un Williams, obteniendo la primera victoria del equipo. Quien sí logró clasificarse para la carrera fue Jean-Pierre Jabouille, piloto francés al volante del Renault RS01, el primer coche de Fórmula 1 del fabricante galo. La particularidad de esta máquina radicaba en su motor, puesto que al contrario que todos los participantes que competían con motores atmosféricos, en Renault se habían atrevido a tomar la difícil senda del turbo. De esta forma y a pesar de contar con la mitad de cilindrada que sus rivales, esperaban superarles en potencia gracias a un turbocompresor.
El problema, claro está, era que con un proyecto tan distinto y tan joven era muy difícil que la fiabilidad llegara de inmediato. El coche sufrió varios problemas a lo largo del fin de semana y la imagen del Renault amarillo sacando humo blanco se convirtió en algo tan habitual que los siempre entretenidos ingleses lo bautizaron como «tetera amarilla«. Irónicamente el coche tuvo que abandonar por problemas en los frenos tras solo dieciocho vueltas de carrera. Por delante, James Hunt firmó la pole position, demostrando que el dorsal número 1 se lo había ganado a pulso a pesar del accidente de Niki Lauda -tercero en parrilla- y con ganas de volver a ganar un Gran Premio. A su lado en la primera fila se situó un sorprendente John Watson que aprovechó la potencia y el buen equilibrio de pesos del motor Alfa Romeo de su Brabham.
En segunda fila, Jody Scheckter acompañaba a Lauda mientras por detrás del sudafricano la tercera fila era para los pilotos de Lotus, Gunnar Nilsson y Mario Andretti. La gran sorpresa llegaba con la novena posición de Gilles Villeneuve, debutante canadiense que de hecho pilotaba un McLaren M23 de la temporada pasada -los pilotos oficiales de la marca usaban el novedoso y claramente más veloz M26- tras haber tomado parte en la sesión preclasificatoria del miércoles. Bastante más atrás, Jabouille clasificó el Renault en décimoctava posición. Esto dejaba a los aficionados con varios elementos a los que prestar atención el día de la carrera tanto en la zona de cabeza como en el grupo perseguidor e incluso en la parte baja de la clasificación. El sábado -día de carrera- prometía emociones fuertes.
Cuando se dio la salida, los aficionados británicos se llevaron una decepción al ver como su ídolo local y actual campeón del mundo partía mal y caía hasta la cuarta posición aunque por lo menos el mayor beneficiado era otro piloto de casa. Hunt cedió así el liderato a Watson con Lauda segundo y Scheckter tercero. Tras el as de McLaren, Nilsson y Andretti formaban el contingente de Lotus con Villeneuve ya en séptima plaza. El canadiense se mantuvo cerca de los Lotus hasta que un fallo en un sensor de temperatura le obligó a pasar por boxes. Tras perder una importante cantidad de tiempo y detectar los mecánicos que el problema era «solo» de un sensor y no del propio motor, pudo volver a pista aunque ya sin opciones de puntuar. Mientras tanto, Hunt superaba a Scheckter y Andretti hacía lo propio con Nilsson.
Los cambios de posición eran especialmente interesantes teniendo en cuenta que los cuatro primeros clasificados de la general estaban separados por tan solo cinco puntos a pesar de ser la décima carrera del año, estando además tres de ellos en el grupo de cabeza. La pelea entre Watson, Lauda y Hunt duró buena parte de la carrera con el campeón en título superando a su amigo y rival en la vuelta 23. El británico se lanzó entonces a por su compatriota y el duelo se mantuvo hasta la vuelta 50 de un total de 68, cuando el sistema de gasolina falló, obligándole a pasar por boxes primero y a retirarse diez giros más tarde. Esto dejó a Hunt en primera posición con una cómoda ventaja sobre Lauda. Finalmente las posiciones se mantuvieron y así James Hunt obtuvo su primera victoria del año, siendo también su primera como campeón del mundo.
Niki Lauda finalizó en un satisfactorio segundo puesto, por delante de todos sus rivales en la lucha por el título y ampliando por lo tanto su ventaja al frente de la clasificación general. El podio lo completó Gunnar Nilsson, aprovechándose de los problemas de motor que dejaron fuera de carrera tanto a Jody Scheckter como a Mario Andretti. El cuarto puesto fue para Jochen Mass, segundo piloto de McLaren que veía como en cuestión de ritmo se había visto claramente superado por Gilles Villeneuve con un coche anterior. Este último pudo haber terminado cuarto de no ser por los problemas técnicos y finalmente tuvo que conformarse con ser undécimo aunque mostrándose como uno de los pilotos más rápidos de la carrera. Completando los puntos, Hans-Joachim Stuck logró llevar a su Brabham al quinto puesto mientras Jacques Laffite fue sexto.
El campeonato se mantenía igualado tras la cita de Silverstone aunque con Lauda algo más destacado. Aún así, la diferencia entre el Mario Andretti -segundo en la general- y el compañero del austríaco en Ferrari, Carlos Reutemann -cuarto en la general-, era de cuatro puntos. Mientras tanto, James Hunt era ya quinto con 22. La pelea se iba ajustando aunque con siete carreras por delante -no se igualaría el número de carreras del mundial hasta 1995-, las diferencias comenzaban a ser importantes. Pero sobre todo, en Ferrari habían dado con la tecla adecuada y Niki Lauda era consciente de sus posibilidades en las carreras que venían a continuación. También Gilles Villeneuve y Renault iban a ser importantes en el futuro aunque para ello habría que esperar un poco más…