El Gran Premio de Mónaco de 1981 es una de las carreras más recordadas en el circuito de Monte Carlo. Allí, Gilles Villeneuve dio una auténtica exhibición de su talento y logró su primera victoria en un circuito europeo, semanas antes de vencer por última vez en el circuito del Jarama. El piloto de Ferrari logró precisamente en Mónaco el primer triunfo de un coche de Maranello con el dorsal número 27, comenzando una historia que iba a convertirse en legendaria. Pero lo más importante era ver como Villeneuve ganó en un circuito que probablemente era el menos indicado de todo el calendario para los motores turbo. Su talento, su convicción y una pizca de fortuna conjuraron para que el canadiense lograra un resultado verdaderamente especial, aunque como todo, las piezas tuvieron que caer antes en su sitio.
El primer Campeonato del Mundo de Fórmula 1 bajo esta nomenclatura llegó al Gran Premio de Mónaco con dos victorias para cada uno de los candidatos al título, Nelson Piquet y Carlos Reutemann, y otra para Alan Jones. La cita del Principado era la sexta carrera de la temporada y la clasificación general tenía al argentino con doce puntos de ventaja sobre el brasileño, lo que hacía que Reutemann fuera el principal favorito para Mónaco. Tras los ‘tres mosqueteros’, Riccardo Patrese con un Arrows y Jacques Laffite con el Ligier intentaban llamar la atención aunque con ciertas dificultades. Pero el de Mónaco, es un circuito en el que pueden y suelen ocurrir situaciones inesperadas que permiten que los pilotos con manos pero sin máquinas puedan brillar bajo circunstancias concretas.
La primera, claro está, es lograr clasificarse para la carrera, lo cual en el caso de Mónaco fue un desafío importante durante muchos años al permitirse solo la participación de los veinte mejores clasificados. De esta forma, solo veinte de los treinta y un pilotos inscritos lograrían tomar la salida. Esencialmente, estamos hablando de un 33% de los pilotos inscritos viendo los toros desde la barrera. Los primeros en quedarse fuera fueron Slim Borgudd con el ATS y los dos pilotos de March y Toleman; Derek Daly, Eliseo Salazar, Brian Henton y Derek Warwick. Luego, quedarían fuera varios nombres conocidos como son Keke Rosberg (curioso pensar que un año después sería campeón), Jean-Pierre Jabouille, Héctor Rebaque, Chico Serra, Piercarlo Ghinzani y Beppe Gabbiani.
En la zona alta de la clasificación, la pole position fue para Nelson Piquet, que logró un tiempo rapidísimo en la primera sesión clasificatoria del viernes, antes de quedarse sin mejorar el sábado con motivo de la segunda sesión clasificatoria. El piloto de Brabham tuvo suficiente para asegurarse el primer puesto en la parrilla, apenas por 78 milésimas, por delante de un inesperado Gilles Villeneuve. El piloto de Ferrari logró un registro estratosférico y resultó ser el único motor no Ford entre los siete primeros y el único turbo de las cuatro primeras filas de parrilla. Para ponerlo en perspectiva, Villeneuve fue más de un segundo más rápido que Alain Prost con el segundo motor turbo en parrilla y dos segundos y medio mejor que Didier Pironi con el otro Ferrari 126CK. Si la vuelta de Ayrton Senna en 1988 fue espectacular, la de Gilles Villeneuve ese día no debía quedarse corta.
Por detrás, Nigel Mansell impresionó al volante del relativamente poco competitivo Lotus, batiendo a Carlos Reutemann, Riccardo Patrese, Elio de Angelis y Alan Jones en séptima posición, justo por delante de Jacques Laffite. Los problemas de los Renault en un circuito tan ratonero se hacían evidentes con su novena y décimo tercera posición, al igual que un Didier Pironi que se conformaba con ser décimo séptimo. Con una parrilla tan pequeña de tan solo veinte coches, las expectativas eran las de tener solo a los mejores en pista, lo que complicaba el desarrollo de la carrera de forma especial. Aún así, pilotos como John Watson, Andrea de Cesaris o Mario Andretti esperaban poder aprovechar los problemas de los hombres de cabeza para pasar del límite del top 10 a la zona de puntos o incluso un podio.
La carrera comenzó tras un retraso por un incendio en las cocinas del hotel de Loews, delante de la famosa curva conocida durante tanto tiempo por el mismo nombre. Ello requirió que los bomberos usaran mucha agua para apagar el fuego, lo que acabó filtrando agua hacia el túnel e impidiendo que la carrera comenzara con normalidad. Una hora más tarde, la acción finalmente comenzó en Mónaco, con Nelson Piquet mandando desde el primer momento. El piloto brasileño había sido el más rápido el viernes y a tenor de lo visto en las primeras carreras de la temporada, era capaz de pelear por ganar, algo que necesitaba para poder presionar a su rival, un Carlos Reutemann que lideraba la clasificación general. Mientras tanto, Alan Jones realizaba una gran primera parte de carrera hasta situarse en segunda posición.
Desafortunadamente para Andretti y De Cesaris, una colisión les dejó fuera de carrera a ambos en el primer giro, mientras Siegfried Storhr se retiraba en la vuelta 14 con problemas técnicos. Le seguirían un desolado Mansell en la vuelta 15 por rotura de la suspensión y Patrese con el cedimiento de la caja de cambios tras casi 30 vueltas. La salida de pista de Arnou y la rotura de motor de De Angelis junto con los problemas de caja de cambios de Reutemann dejaban a la carrera excepcionalmente vacía con más de la mitad de vueltas por disputar. También Prost acabó abandonando al romperse el motor Renault, algo bastante habitual para la época, y cuando Alboreto y Giacomelli se retiraron tras colisionar en la vuelta 50, quedaban ya menos de diez participantes en pista.
En aquel momento, Nelson Piquet era aún líder y lo sería también tras el abandono de Watson por otro problema de motor… pero solo por una vuelta más. En el quincuagésimo tercer giro, Nelson Piquet perdió la concentración y cometió un error en la curva del Tabac, acabando contra el muro. Para el brasileño, que había liderado la carrera en su etapa más difícil, era una victoria perdida. La primera posición entre los siete pilotos restantes, la heredó un Alan Jones que parecía listo para ganar su segunda carrera del año y reengancharse a la pelea por el título, sobre todo teniendo en cuenta la lucha que existía con su compañero de equipo. El australiano contaba con más de medio minuto de ventaja sobre Gilles Villeneuve y con poco más de veinte vueltas hasta la bandera de cuadros, mucho tenía que torcerse la situación para no ganar.
Pero eso fue exactamente lo que ocurrió. El Williams con el dorsal número 1 desarrolló un problema con la inyección de carburante y empezó a perder tiempo a marchas forzadas. Entendiendo la oportunidad que se presentaba ante él, Villeneuve atacó como nunca y a falta de cuatro vueltas para el final, adelantó al líder de la carrera en la recta de meta por el menor de los resquicios para situarse en primera posición y lanzarse a por una sorprendente pero merecida victoria. Villeneuve cruzó la línea de meta con casi 40 segundos de ventaja sobre Jones para proclamarse vencedor del Gran Premio de Mónaco de 1981, con Jacques Laffite en tercera posición para completar un podio especialmente popular. Sorprendentemente, Didier Pironi finalizó en cuarta posición a una vuelta, mientras Eddie Cheever y Marc Surer completaron la zona de puntos. El último piloto clasificado fue Patrick Tambay, en el poco competitivo Theodore.