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¿Héroes o estandartes? El gran error de un icono llamado Carmen Jordá

La gran diferencia entre un héroe y un estandarte es que el primero se levanta por si solo, por sus gestas memorables, por sus actitudes y por todo aquello que hay en su interior. ¿El segundo? Es apenas una bandera, un símbolo, algo que debe ser levantado por los demás porque no tiene voluntad propia. El problema con estos estandartes es que su significado puede ser manipulado por quienquiera que tenga interés por hacerlo, siempre que tenga la suficiente habilidad para ello. En el automovilismo, la mayor parte no son héroes pero tampoco estandartes. Entre los primeros se pueden contar pilotos como Ayrton Senna, Michael Schumacher, Fernando Alonso, Lewis Hamilton o Sebastian Vettel. Pilotos que, más allá de clasificar quien es mejor entre ellos, levantan pasiones por quienes son. Desafortunadamente, en España también tenemos estandartes y uno de los más peligrosos es el llamado «Carmen Jordá».

Ante todo, es importante empezar con el típico aviso para aquellos que se cansan rápido de leer. Este texto no pretende ser un ensayo en contra de Carmen Jordá como persona, ni tampoco se enfrenta a la idea de tener a mujeres en el automovilismo (precisamente, todo lo contrario). Lo que sí busca es traer una reflexión sobre una situación que lleva demasiado tiempo en marcha y que está alcanzando unas cotas ridículas con el test de mujeres de la Fórmula E. Porque en pleno 2018, un año que se ha caracterizado entre otras cosas por el empuje que han dado las mujeres para tomar las riendas de sus propios destinos frente a las injusticias sufridas hoy y ayer, es una afrenta que una mujer siga usando su sexo (entiéndase como distinción física) de forma consciente o inconsciente para ganarse la vida en cierto mundillo, sea cual sea.

Me consta que Carmen Jordá es buena chica. Yo mismo tuve la oportunidad de hablar con ella en el pasado y fue correcta, educada y atenta. Incluso pude ver como por regla general, sus respuestas eran prudentes y poco pretenciosas. Claro que estamos hablando de 2013, época en la que estaba en la GP3 y cuando la vorágine a su alrededor aún no se había inflamado como lo haría en años posteriores. En cualquier caso, la impresión personal es buena y no tengo ninguna duda de que Carmen tiene carácter suficiente para ser una buena deportista. Dicho esto, no tengo muy claro viendo lo que he visto en años recientes que su intención sea la de dedicarse al deporte.

Y lo puedo entender. Su condición de «modelo nicho» la ayuda a destacarse de las modelos convencionales. Encuentra así una manera de destacar en otro mundo muy competitivo. ¿Para qué focalizar su trabajo en el automovilismo con todo lo que ello conlleva, si su talento no da para ganar carreras? Todos tenemos que ganarnos la vida y Carmen Jordá está haciendo exactamente eso, buscar su manera de ganarse la vida. Yendo más allá, no creo que a nadie le molestara que se dedicara a modelar como su trabajo principal mientras participa en aquellas carreras para las que le alcance su talento, asumiendo que realmente esto sea algo que le atráe (y no tenemos motivos para pensar que no sea así). Claro que tampoco debe ser fácil, después de todo lo defendido, bajar velas ahora y reconocer que igual se habían equivocado. Muchos aplaudirían su gesto, pero otros la criticarían aún más. «Damned if you do, damned if you don’t», que dirían en inglés.

El problema principal es que Carmen Jordá, su entorno y en muchos casos la prensa acaban intentando vender que es una piloto profesional de pies a cabeza, que tiene nivel para estar en la élite del automovilismo y si no lo está es por algún motivo que en la gran mayoría de casos acaba por no estar explicado en ninguna parte. Si tantas manos tiene, ¿por qué no compite en categorías de nivel? ¿Por qué no está en grandes campeonatos con grandes resultados? ¿Por qué todo lo que vemos de Carmen Jordá es pura imagen sin ningún fondo? En realidad, la respuesta es muy sencilla. Porque para el aficionado entendido, esto es ridículo, pero aquel que no sigue las carreras de cerca no lo sabe. Si la prensa generalista o la revista de turno dice que Carmen Jordá es una bella mujer que además es piloto, la imagen vende. Y seguramente, ante el gran público puede ser incluso un icono de empoderamiento de la mujer. Un icono. Un estandarte.

Estamos en el mundo de las «Fake News» (o «Fake Laps», en palabras de  la propia Sophia Flörsch). O de los «invents», cosas que cuenta la gente para llamar la atención, sea con un objetivo loable o directamente por pasar el rato. Estamos cada vez más siendo víctimas de un mundo en el que la información está cada vez más en entredicho. Así, no podemos llegar a ninguna parte. Si lo que queremos es que las mujeres reciban el trato que merecen, la igualdad que deberían haber tenido desde siempre y evitar los estúpidos y desagradables «clichés» que demasiadas veces hemos leído, esto no ayuda. Todos somos responsables, mujeres y hombres. Pero que una mujer defienda una imagen a todas luces falsa hace un flaco a favor a toda aquella que intenta con cada átomo de su ser abrirse paso de forma honesta, veraz y respetuosa con todos sus rivales.

En su lugar, tenemos a una especie de pseudo-piloto que ha disputado seis carreras en los últimos cinco años, siendo una de ellas el Gerry Marshall Trophy de Goodwood para coches de turismo clásicos en el que terminó décimo séptima. Antes de eso, cinco rondas de la Renault Sport Trophy en 2016 en la que empezó como piloto clasificada Profesional y bajó a Amateur tras evidenciarse que su ritmo estaba a la altura de los pilotos de esta clase. Sus resultados allí, justitos. Novena de la clase Amateur con un mejor resultado de octava en carrera. Desde luego, insuficiente para justificar que Carmen Jordá estuviera en el equipo Lotus de Fórmula 1 como piloto de desarrollo. Por lo menos, si nos basamos en lo deportivo.

No hay que entrar en detalle en consideraciones de sus anteriores participaciones en otras competiciones. No es necesario, se ha escrito de ello hasta aburrir y sería repetir algo que ya se conoce. Pero sí vale la pena recordar que la hemos visto competir en la MRF Challenge, terminando por detrás de auténticos desconocidos, La hemos visto hacer tres años en la GP3 sin puntos, incluso con un coche que podía ganar carreras en las manos adecuadas. E incluso la hemos visto realizar un breve pero ignorado (vaya) paso por el Lamborghini Super Trofeo Europa, además del pobre paso por la Indy Lights. Sí es cierto que hubo un momento en la Fórmula 3 española (luego European F3 Open) en el que no lo hacía del todo mal y podía justificarse el apoyo. Pero cuando constantemente los resultados son los que son (peores que muchos pilotos que hoy en día estarán en casa dedicándose a otras cosas), igual hay que replantearse el camino.

Carmen Jordá podría ser perfectamente piloto amateur y hacerlo razonablemente bien. Ha visto de cerca cómo se trabaja en la Fórmula 1, en la Fórmula E, en la GP3 y en otras competiciones. Es imposible que no haya aprendido muchas cosas y por lo tanto hay lugares en los que su experiencia podría ser muy útil. Pero que se pretenda vender que la española es un talento por explotar es absolutamente ridículo. Carmen Jordá es poco más que un estandarte de una mujer piloto que podría llamarse de cualquier manera, ser de cualquier país y hacer exactamente lo mismo. Está donde está por ser mujer, sin mayor mérito que ese y en todo caso, su buena gestión de una prensa a la que cae simpática. A fin de cuentas, el patrocinador quiere salir en la prensa para que le salga a cuenta la inversión. Y si caes bien y apareces a menudo, es lógico que te apoyen. Loable.

Pero, ¿debería la prensa participar en este ejercicio? Parto de la base que la prensa especializada es… eso, especializada. Entiendo que los periodistas conocen el caso de Carmen Jordá, entienden que no es Fernando Alonso, Carlos Sainz (Jr. o Sr.), Pedro de la Rosa ni Marc Gené. Son conscientes (una miradita rápida a sus números basta) de que su rendimiento no ha estado nunca muy allá. No puedo ni quiero culparles de las ganas de que vaya bien. Es lógico que la prensa española quiera que una piloto española funcione bien. Pero con el lío que se arma cada vez que Carmen Jordá se sube al coche, la obligación de la prensa debe ser siempre andarse con pies de plomo. Hay que reportar las cosas bien, en lugar de tirarse a la piscina con errores que luego acaban con líos espectaculares. Como lo ocurrido esta mañana.

La última que se ha vivido sobre Carmen Jordá ha tenido lugar esta mañana en Ad Diriyadh, donde la Fórmula E ha albergado un test especial en el que había un montón de mujeres tomando parte. Después de semanas de titulares hablando del tema, de valorar la posibilidad que iba a tener Carmen Jordá al rodar con el equipo Nismo e.dams que ha sido posiblemente el más potente de la historia del campeonato (bajo su guisa de Renault e.dams), todo lo que ha aprovechado hoy ha sido… para dar cuatro vueltas de instalación mal contadas y hacerse las fotos de rigor. Mientras tanto, en los resultados no vemos a «Carmen Jordá». En su lugar, existe un «Rowland / Jordá», puesto que ambos compartieron coche. Oficialmente, no hay mención sobre quien marcó ese tiempo. Salvo en las carreras de resistencia, en ningún caso se considera a dos pilotos que prueban el mismo coche como el mismo elemento en la clasificación. Excepto en la Fórmula E.

El resultado ha sido el de una prensa confundida que defendía inicialmente que el registro era de Jordá, no de Rowland. Conste, este caso no se da solo con Carmen Jordá y Oliver Rowland, sino también con Pippa Mann y «Pechito «López por una parte y Beitske Visser y Alex Sims por otra. Luego, compartieron coche Sébastuen Buemi y Oliver Rowland para Nismo y Oliver Turvey y Tom Dillmann para NIO. ¿Qué más da? Una vez más, el rendimiento de Carmen Jordá queda curiosamente oculto entre todo el movimiento. Y de nuevo, quedamos sin saber exactamente qué habría podido hacer. Mientras tanto, cuando un piloto dice que en el simulador le quitaba un determinado número de segundos, rápidamente salen algunos a negarlo. «Tu palabra contra la mía». ¿A quien creer? A quien más interese, al final. Los «haters» dirán que es muy mala y sus defensores, que todo lo malo es mentira.

Y llegamos al punto en el que estamos en la actualidad, en el que la realidad de Carmen Jordá queda oculta en medio de una batalla de «antis» y «fans» y nos olvidamos del verdadero problema, que ni siquiera es el de tener a una piloto ocupando un espacio y llevándose unos apoyos que otros aprovecharían mucho más, porque en realidad lo que hace ella es loable. Nos olvidamos del engaño que supone el estandarte de Carmen Jordá. Su «bandera», lo que representa. Quizás porque se tema que su posición pueda caer si se descubre la realidad (que cada vez es más evidente, por otra parte). Me asalta una duda, ahora que las W Series van a empezar el próximo mayo y Carmen Jordá está entre las preseleccionadas. ¿Competirá? Y si compite, ¿lo hará en igualdad de condiciones con sus rivales?

Ojalá fuera así. Ojalá hubiera forma de asegurarse que eso sucede. Ojalá Carmen Jordá abrazase su condición real de piloto amateur y lo aprovechase para crear una cultura automovilística en España para demostrar que no se vive solo de la Fórmula 1 y la Fórmula E. Convertirse en la cara visible de aquellos que combinan su trabajo con el automovilismo para que otros siguieran sus pasos. Tiene el carisma suficiente entre el gran público para lograrlo. Pero tengo la impresión que su carrera seguirá como siempre. Entre extrañas jugadas en las que su rendimiento queda poco claro y las pocas indicaciones de que está muy lejos de sus rivales (como lo estaba en las competiciones en las que tomó parte), minimizadas hasta el ridículo.

Ojalá me equivoque, porque a todos nos gustaría que encontrara el sitio para brillar. Pero lo que ninguno (o casi) de nosotros quiere es que nos engañen. Que nos den gato por liebre y que nos digan que una piloto que se pasó tres años sin puntuar en la GP3 puede estar al nivel de ganadores de las 24 horas de Le Mans, campeones del mundo de automovilismo y grandes talentos con largas y exitosas trayectorias. Porque es una afrenta al automovilismo. Porque la gente no es tonta. Y porque si llega un día en el que el «pastel» queda claro, quien lo pasará peor será ella y no los demás.

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