En cuarenta años de historia del Rally Dakar hemos sido testigos de la participación de todo tipo de inventos/engendros mecánicos que ha más de uno han hecho soñar con una posible participación en una de las pruebas más duras del mundo. Es cierto que con los nuevos tiempos, cada vez se ha hecho más difícil el encontrarnos este tipo de prototipos entre los inscritos, hasta tal punto que buceando entre los participantes, lo más exótico que nos podemos encontrar por ejemplo en coches es el Borgward BX7 del que se mantiene una unidad superviviente, el nuevo Nissan Navara V8 4×4 que está 23º de la general, o las monturas de dos de los equipos españoles representados: el proto de Isidre Esteve con silueta de BMW X6 y el SsangYong Tivoli DKR 4×2.
En el pasado lo cierto es que tampoco había demasiado filtro. Tan pronto nos encontrábamos a un Renault 4L, un Citroën 2CV o una Vespa atravesando el desierto, como podíamos ver modelos mucho más complejos como el camión de Jan De Rooy o el Venturi 260 4×4 que nunca llegó a disputar la prueba. Todos tenían como único objetivo el llegar al Lago Rosa y, a ser posible, haciéndolo con estilo y atrayendo gran parte de los flashes.
En esta lista de vehículo peculiares ha tenido gran parte de incidencia un nombre, el de Thierry de Montcorgé. Adinerado y presumido, Thierry era muy conocido por sus retos y artefactos mecánicos sin sentido, hasta tal punto que en 1981 disputó el Rally Dakar al volante de un Rolls-Royce después de aceptar una apuesta. A caballo entre la locura, lo absurdo y la aventura, De Montcorgé preparó un Toyota Land Cruiser con motor Chevrolet V8 y le acopló una silueta de fibra de vidrio con forma de Rolls-Royce, un experimento que fue bautizado con el sobrenombre de “Jules”, después de que la firma de perfumes Dior decidiera patrocinar este vehículo para promocionar su nuevo producto con el que compartía nombre.
Tuvo cientos de problemas mecánicos, pero al final consiguió llegar a la meta y ganar la dichosa apuesta. Tras unas participaciones en pruebas rally-raid al volante de monturas 4×4 más convencionales, el Rally Pekín-París llegó a los oídos de Thierry. Reflotado y devuelto a la vida por Sabine, la carrera se convertiría en una locura aún mayor que el tradicional París Dakar y obviamente De Montcorgé no se quería perder un evento que le reportaría cientos de historias que contar a sus amigos.
Sin embargo, quería llegar un paso más allá que con el primer prototipo del Jules. Ya no le valía una base 4×4 con la silueta de un vehículo de lujo. Tenía que encontrar algo rompedor. Es por ello que, junto a su equipo, diseñó el Jules II Proto 6×4, un vehículo con chasis tubular de acero y kevlar y una carrocería de fibra que contaría en sus entrañas con un poderoso bloque V8 atmosférico de origen Chevrolet y acoplado a una transmisión de cinco velocidades procedente del Porsche 935.
Hasta aquí nada significativamente extraño. Lo verdaderamente original es que en lugar de tracción 4×4, este vehículo contaba con una 6×4, al contar con un segundo eje trasero (el más retrasado) que servía para mejorar el reparto de pesos pero que no aportaba tracción. Sí, habéis leído bien, tres ejes. Los dos primeros estaban conectados al motor y el tercero servía de apoyo para mejorar la distribución de pesos y como base de repuestos intercambiables con los otros dos.
Estábamos hablando de 370 CV de potencia y 515 Nm para apenas 1.400 kg de peso, por lo que sus elevadas prestaciones le permitían incluso superar los 200 km/h, con una configuración tan particular que incluso le permitía rodar aun habiendo perdido una de las ruedas de los ejes motrices. Después de que TSO, la empresa de Sabine, no consiguiera finalmente resucitar a tiempo el Pekín-París, Thierry se decidió a inscribirse en el Rally París-Dakar de 1984 con el mismo objetivo: llegar a la meta con su Jules II Proto 6×4 sin vehículos de asistencia.
Para ello necesitaba además de repuestos intercambiables, dos grandes depósitos de combustible de 156 litros, ruedas de repuesto, generador eléctrico, herramientas, agua, una unidad de soldadura, un comedor improvisado e incluso material de acampada. Acompañado por Jean-Pierre Nicole como copiloto, Thierry de Montcorgé comenzó con esta nueva aventura de llegar al Lago Rosa de Dakar.
Todo parecía ir sobre ruedas, concretamente sobre seis ruedas, pero en la tercera etapa ya en Argelia, el chasis se rompió y los esfuerzos por repararlo no fueron suficientes. El coche fue vendido ya sin el motor V8 a un coleccionista y después seguiría cambiando de manos durante la pasada década hasta ser de nuevo subastado en 2007 con una mecánica 2.0 turbo de cuatro cilindros del Grupo Renault para permitir que por lo menos pudiera desplazarse.
Fotos | Red Bull, Juanh Racing, Drive Tribe (Info)