No son pocos los libros y documentales que se han dedicado a la era dorada del automovilismo pre-Fórmula 1, los años treinta. Apoyados por la Alemania nazi, Mercedes, especialmente, y Auto Union dominaron el mundo de las carreras hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial y varios de sus pilotos fueron de los primeros en alcanzar el estatus de estrellas mundiales. Además, meter a Hitler de por medio (no sin razón en este caso) siempre es garantía de llamar la atención, como demuestra el título de un reciente documental emitido en la TV británica Channel 4 titulado Hitler’s Supercars.
El documental tiene sus luces y sus sombras. El mínimo imprescindible siempre es que nos permitan ver aquellas máquinas en todo su esplendor y desde luego se puede afirmar que cumple con ello. Además alguna de las voces a las que recurre (Richard Williams) son de plenas garantías. Igualmente trata de compensar los elogios a unos proyectos revolucionarios desde el punto de vista deportivo con la realidad política de la época y su claro propósito propagandístico. El contexto es desde luego bienvenido e imprescindible.
Posiblemente lo que más sorprenda a los aficionados es que en ningún momento se hace mención a la leyenda del lijado de las Flechas de Plata en Nürburgring 1934 y que recientemente vimos cómo homenajeaba Mercedes en F1, fijando el origen del mote en el SSKL aerodinámico vencedor en AVUS en 1932. Y es un punto a favor de Hitler’s Supercars, pues se agradece el esfuerzo por desmitificar ligeramente estos proyectos, explicando por ejemplo las dificultades por las que pasaron Mercedes y Auto Union hasta que por fin empezaron a ganar.
Personalmente quizá se me hace más pesado el tiempo dedicado a los récords de velocidad. Cierto es que Mercedes y Auto Union se dieron cera de lo lindo en este campo y que por desgracia en uno de los intentos perdió la vida Bernd Rosemeyer, pero como aficionados a las carreras siempre tendemos a pensar más en los Grandes Premios que en estos récords. Y a pesar de que resulta interesante la simulación que realizan para determinar qué velocidad hubiera alcanzado el no-nato Mercedes T80, se echa en falta más detalle sobre el desarrollo de las temporadas, las visitas a Reino Unido y Estados Unidos e incluso las populares subidas de montaña. ¡Incluso se saltan el mítico triunfo de Tazio Nuvolari con Alfa Romeo en Nürburgring 1935!
Pero no son esos los mayores defectos de esta obra. Para mí su mayor carencia reside en no haber explotado más los perfiles y personalidades de los pilotos. Por Caracciola se pasa casi de puntillas, primero como derrotado en AVUS 1932 y luego como rival de Rosemeyer, a pesar de tratarse del gran dominador tanto antes como después de la llegada de Hitler al poder. Tampoco aparecen Nuvolari o Seaman, algo curioso tratándose de un documental británico en el que participa su biografo. Y sobre todo, se echan en falta matices sobre qué opinaban o cómo actuaban ante la empresa propagandística en la que participaban, pues aunque todos eran adscritos a lo que podríamos denominar la división motorizada de las SS, de las autobiografías de Neubauer y Caracciola se desprende que algunos eran más ánimas libres que otras y en muchas ocasiones se tomaban la política por el pito del sereno o se daban curiosas paradojas como que algunos de los pilotos más cercanos al régimen fueran los que más tenían que ocultar (la mujer de Hans Stuck por aquel entonces era de origen judío). La única pausa en ese sentido es mencionar el descontento de Elly Beinhorn, viuda de Rosemeyer, con cómo se desarrollaron sus funerales.
En todo caso hablamos de una obra que entretiene y se esfuerza por ir un poco más allá de lo que podría ser producto del Canal Historia. Pero donde esté un libro…
El tráiler está disponible aquí.
Foto | Daimler