Nueva Zelanda nos ha dado durante los últimos años algunas de las máquinas más excitantes que hemos podido ver sobre un tramo de rallyes. El gran ejemplo de ello fue el Peugeot 207 de Alex Kelsey, el cual construyó en su propio garaje y equipó con un espectacular motor V6 de 3.5 litros procedente de la Fórmula Renault. Sin embargo, hace menos de un año hay otra bestia que asombra en los tramos kiwis a todos los aficionados con su maravilloso sonido rotativo.
Y es que Markus Van Klink siempre ha sido un piloto caprichoso. De su mente han salido algunos de los vehículos más desquiciados que han competido en el ‘Down Under’. Después de ganar los campeonatos de históricos en Nueva Zelanda, al volante de un Mazda RX7 Grupo B (tracción total, motor Wankel 13B de dos rotores y un carburador Weber 51 IDA), era difícil elevar la apuesta. Lo ha conseguido, con una reinterpretación de lo que hubiera sido una versión de rallyes de su sucesor, el RX8, con 370 CV de potencia y tracción trasera.
Más allá de lo bien que admite toda esa potencia extra el peculiar chasis del RX8, los fanáticos del 767B de Le Mans pueden tener otro automóvil ‘moderno’ con el que cubrir sus más oscuros fetichismos escuchando chillar este NA 20B de tres rotores mientras la aguja de las revoluciones se dispara, del escape brotan algunas lenguas de llamas y la trasera (presidida por ese spoiler con reminiscencias del Subaru Impreza WRC de la pasada década) se insinúa a cada golpe del pie derecho en el acelerador. Una delicia para los sentidos.
