Días de muchos cambios dentro el motorsport. La IndyCar ha sido la última en sumarse a esta corriente de modificaciones en la hoja de ruta después de anunciar la gran novedad de que se retrasa la introducción de la hibridación en sus monoplazas respecto a la fecha inicial propuesta. De esta forma, no llegará a tiempo para el arranque de la temporada 2024 y sólo se espera que esté disponible hasta la segunda mitad de la temporada.
“Se espera que el tan aguardado debut de la nueva unidad de potencia se lance después de la 108ª 500 Millas de Indianápolis, durante la segunda mitad de la temporada 2024 de la Serie IndyCar”. Declaración concisa que refleja una vez más cómo las IndyCar Series también se encuentran debatiendo acerca de cuál es el camino correcto para su futuro, siendo conscientes del fuerte desembolso económico que realizarán especialmente equipos y fabricantes de motores.
Hace ya un año se anunció que se paraba la introducción de unos nuevos motores V6 biturbo de 2.4 litros de capacidad que tenían como objetivo ser el reemplazo de los actuales 2.2. De esta forma, se permitía a los actuales fabricantes destinar ese dinero al desarrollo de los nuevos sistemas de recuperación de energía (desarrollados en asociación entre Chevrolet e Ilmor Engineering, Honda y Honda Performance Development e IndyCar) que tenían previsto debutar de cara a 2024 y más concretamente, de cara a la primera fecha en St. Petersburg, en marzo.
Anunciada en 2019, la hibridación ha ido sufriendo numerosos retrasos en una situación que se está viviendo también en otras categorías. En el caso de la IndyCar, ya es el tercero y significa por tanto que la 108ª edición de la Indy500 no será el testigo del debut de las nuevas unidades de potencia. De esta forma, también se reduce la presión sobre los fabricantes y el campeonato que tendrá algo de tiempo extra para asegurarse que los niveles de fiabilidad y de rendimiento de estos nuevos trenes motrices llegan a los estándares esperados.
No sólo existe esa problemática, ya que la dificultad que está más presente es la de tener que suministrar unidades de potencia para los 27 coches que compiten de forma permanente en el campeonato norteamericano, todo ello sumado a esa producción extra de unidades ERS que deben tenerse en consideración como repuestos.
Por el momento, los test que se esperaban para este mes de diciembre fueron cancelados (teóricamente en Homestead y Sebring), por lo que dejaba ya sin capacidad de maniobra para que los nuevos bloques 2.2 con recuperación de energía estuvieran listos para el arranque del año cuando apenas quedan 90 días. Ahora queda por conocer si se llegará a tiempo incluso antes del final de la campaña 2024, el 15 de septiembre en Nashville y si no se puede considerar como un elemento que pueda distorsionar la lucha por el campeonato que entraría en juego ya mediada la temporada.