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Irwindale, el óvalo que se resiste a morir

La parte inicial de la primavera y el final del invierno suelen dar el pistoletazo de salida a muchos campeonatos. El alejamiento progresivo del frío y la llegada del calor ayudan a que los motores regresen de su letargo mecánico y vuelvan a la vida. NASCAR es una especie de excepción a esta norma no escrita del motorsport, en parte por el mejor tiempo que suele hacer en Daytona en febrero y por el extenso calendario del que disponen las categorías nacionales del stock car estadounidense. No ocurre lo mismo con los campeonatos regionales, más concentrados en una zona y con menos eventos a disputar.

Suelen empezar por estas fechas las K&N Pro Series, dividida en secciones este y oeste. Disfrutando la este de mayor popularidad e implicación de los equipos grandes por su proximidad a Charlotte (el epicentro de NASCAR), su versión oeste tiene cada vez más adeptos y el evento conjunto de ambas en Iowa es una fiesta del motorsport. Sin embargo, uno de los circuitos más conocidos a nivel regional es la meca del drift en Estados Unidos. El actual Irwindale Speedway abrió sus puertas en 1999 al lado de una mina que cerró en los años 70 y se mantuvo como contenedor en la población del mismo nombre, situada en la extensa área metropolitana de Los Ángeles.

La Fórmula D es la principal atracción de carreras de este trazado, de compleja ubicación y acción sin igual. NASCAR lo visitó durante muchos años, tanto en carreras puntuables de la K&N West como en el Showdown no puntable que dio espectáculo a principios y a finales de temporada. Irwindale forma parte de la red de circuitos de la segunda ciudad más grande del país, formada por el óvalo de Fontana, el veterano dragstrip de Pomona y el urbano de Long Beach; atrás quedaban el supercomplejo de Ontario y el viejo Riverside, que cayeron en manos de constructoras y desarrolladores urbanísticos durante la década de 1980.

Pero el apogeo de la primera década empezó a cambiar con la llegada de la crisis financiera de 2008, que implicó la reducción de asistencia a eventos, problemas con los patrocinios y la finalización tanto del Showdown que entretuvo a público entre 2003 y 2010 como del naming por parte de Toyota, que apenas duró tres años como Toyota Speedway at Irwindale. El grupo de la industria del metal operador del circuito cayó en bancarrota a principios de 2012 y la sustracción de unas gradas temporales parecían indicar el principio del fin de una propiedad adquirida en 1966, pero un inversor inmobiliario compró el terreno a mediados de 2013 y aseguró el futuro del renombrado Irwindale Events Center hasta 2014.

Nunca abandonó la Fórmula D el circuito con la disputa de su evento decisivo allí, regresando también la K&N West a principios de 2014 a diferencia de las habituales citas veraniegas y otoñales. La calma se mantuvo hasta que en marzo de 2015 se anunció la venta del circuito y su reconversión a centro comercial, permitiendo cualquier evento competitivo y amateur (incluyendo sus famosas tandas nocturnas de los jueves) hasta principios de 2016. La renovación anual del acuerdo de la licencia se tornó en una batalla aún más férrea a favor de los aficionados a las carreras, entre ellos pilotos de drift y antiguos pilotos de carreras ilegales que usaban Irwindale para practicar el deporte de forma legítima.

El desarrollo comercial no se llevó a cabo e Irwindale pudo seguir organizando carreras en 2016, previa renovación del acuerdo en mayo para asegurar la finalización de la temporada. Los propietarios anunciaron un renovado calendario para 2017, que mantuvo el evento de NASCAR, el de Fórmula D, las tandas de drift, street racing legal y drag. En agosto del pasado año se anunció el cierre de la estructura en enero de 2018, anuncio contrarrestado el 29 de diciembre por otro aplazamiento ante el cambio de propietarios. El ex piloto y crew chief Tim Huddleston y el autodenominado «Grupo de Entusiastas del Motorsport» son los nuevos arrendatarios del circuito y parecen haber asegurado su futuro por dos temporadas más.

La locura organizacional que se ha apoderado del Irwindale Speedway durante la última década ha encontrado su tercer punto de calma. La K&N West no irá al circuito angelino en 2018, pero el calendario sigue igual de vivo que en la época de la incertidumbre: legends, late models, tandas nocturnas de drag y circuito, carreras de estilo ilegal en lugar legal, las populares Nights of Destruction, el entrenamiento de velocidad para policías de la zona y el admirado cierre de temporada de la Fórmula D seguirán formando parte del organigrama de un circuito que aguanta el casi inevitable desarrollo inmobiliario de un área metropolitana imparablemente grande.

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Héctor Sagués

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