La temporada 2016 no fue el año que Jari-Matti Latvala esperaba. El rendimiento del finlandés se vino abajo después de un inicio titubeante en Monte-Carlo y Suecia, y la victoria cosechada en México. El accidente sufrido en Argentina fue el punto de inflexión para el piloto de Volkswagen, el cual terminaría buscando recuperar su ‘mojo’ en citas como Finlandia o Australia.
Tras el desmentido sobre sus declaraciones sobre el trabajo con Sébastien Ogier dentro de la formación germana, Jari-Matti ha continuado sincerándose con la prensa internacional. En Autosport, Latvala admitía haberse sentido perdido al final de la temporada 2016 del Mundial de Rallyes, principalmente porque había intentado emular el pilotaje realizado por Sébastien Ogier con el Volkswagen Polo R WRC.
Todo fue mal y era una situación distinta en Volkswagen. No gané porque intenté pilotar como Sébastien. Estaba muy confundido en cuanto a mi pilotaje. Intentaba hacerlo todo como él durante todo el tiempo. Miraba los datos que me daban los ingenieros y me fijaba en cómo él usaba los frenos. Intenté cambiarlo todo y hacer lo mismo.
Sin embargo, los resultados nunca terminaron de llegar. El particular estilo de pilotaje de Latvala es completamente distinto a la escuela francesa que tan efectiva ha demostrado ser durante las últimas dos décadas del WRC. Recordemos que el propio Jari-Matti ya explicaba en el artículo sobre las formas de frenar tan opuestas que tenía él respecto a las de Loeb u Ogier.
Al final del año estaba muy confuso, todo era demasiado difícil. Simplemente no sabía, me preguntaba: ¿Cómo debo pilotar? Intenté copiar todo lo que hacía Seb y esa es la razón por la que, cuando estaba en Volkswagen, no tuve oportunidad. Olvidé por completo mi propio estilo de pilota y me centré totalmente en hacer lo mismo que él.
En una entrevista a Motorsport Aktuell, un medio germano, Latvala reconoce que no estaba únicamente cansado, sino que incluso estaba ciertamente deprimido y sin ninguna energía. Jari-Matti reconoce que ha encontrado en Tommi Mäkinen un gran apoyo ya que el ahora jefe de equipo de Toyota GAZOO Racing en el WRC pasó por lo mismo en 2002, cuando tras la victoria en Monte-Carlo (la perdió Loeb por un error del equipo con sus ruedas) encadenó seis abandonos en la primera mitad de temporada con la única alegría del tercer puesto en Chipre.
El ahora piloto de Toyota reconocía que no se terminaba de encontrar a gusto con la distribución de pesos del Volkswagen Polo R WRC, especialmente con el eje delantero, un coche completamente adaptado al estilo de conducción de Ogier, el cual tiene un estilo mucho más circuitero, mientras que el finés jugaba más con las inercias. Aunque si tal vez habría que hablar de un problema principal habría que mencionar la impotencia que los compañeros de equipo suelen sentir cuando ven que, a pesar de intentarlo, de tener las mismas armas que Sébastien, es imposible superarlo. Un muro demasiado alto y duro que suele pasar factura a los pilotos. Desde luego, la sonrisa mostrada en Monte-Carlo era muy distinta a la imagen con la que Latvala terminó la temporada.
Vía | Autosport