Contagia su amor por los rallyes allá donde vaya, incluso su fichaje por Toyota ha dado al equipo de esa fuerza que imprime el piloto finlandés, quizás uno de los finlandeses voladores que siempre se ha distanciado del carácter de sus compatriotas con una forma de ser más parecida a la de los pilotos latinos. Afable, muy cercano a los aficionados y mucho menos escueto que por ejemplo Juho Hänninen o Esapekka Lappi. Su llegada al equipo de Tommi Mäkinen era la nota asonante para un proyecto que desde sus inicios se caracterizó por su hermetismo.
Mientras que otros pilotos gozaban de sus vacaciones (el propio Sébastien Ogier publicaba fotos de su viaje a Nueva York junto a su esposa) o para dejar solucionado su futuro aprovechando los más de cuarenta días que hay este año de parón entre el Rallye de Alemania y Catalunya, a principios de octubre, Jari-Matti Latvala se centraba en lo que más le gusta, competir en rallyes.
Es casi una tradición. Cada vez que llega el verano, Jari-Matti aprovecha para ponerse al volante de una de las viejas glorias del mundo de los rallyes y competir en alguno de las muchas pruebas de clásicos que se celebran en su país. En su etapa con Volkswagen Motorsport, el ganador del Rally de Suecia 2017 utilizaba un Audi Quattro A1 para matar el gusanillo y revivir las tardes de gloria que algunos de sus ídolos de infancia vivieron durante la década de los ochenta.
En su nueva etapa como piloto de la firma nipona, obviamente Latvala debía buscar una montura distinta para poder seguir disfrutando de su pasión lejos del Mundial de Rallyes. No podía ser difícil. En Tuuri, su pueblo, en el que, además de una empresa de maquinaria agrícola también se encuentra una pequeña colección de coches y otro material relacionado con la disciplina, que poco a poco ha ido reuniendo el propio Latvala y que se ha convertido en un auténtico museo.
Allí, nos encontramos modelos como el Toyota Corolla pilotado por Carlos Sainz, el Celica de su compatriota Juha Kankkunen, un Ford Escort Mk. II o un Mitsubishi Lancer III como el que pilotaba su nuevo jefe de equipo. Son muchos los modelos que se presentan, no tantos, ni con tanto pedigrí como los que tiene KKK en su propio museo, pero sí muchos de ellos con una gran historia sentimental detrás de la misma, en gran parte porque la mayoría han sido restaurados con sus propias manos.
Sin embargo, para la ocasión tenía reservado un proyecto especial. Latvala decidió añadir a su propia colección un ST165 Celica GT-Four, similar a la unidad con la que Carlos Sainz y Luis Moya se coronaron campeones del mundo, la misma de la que presumía durante una reciente entrevista que pudimos realizarle al líder de esta nueva Toyota.
Estoy construyendo en estos momentos un Toyota Celica ST165 de los noventa, por lo que espero competir en algunas carreras de históricos a partir de ahora. En mi museo ya tengo por ejemplo un Toyota Corolla WRC de 1999 ex-Sainz y un Celica ST205 Grupo A ex-Kankkunen, pero utilizará el ST165 para competir en algunos eventos.
No tardó mucho en estrenarlo. Hace dos fines de semana, Jari-Matti estuvo presente con su deslumbrante Celica en el Pohjanmaa Ralli, disfrutando de un ambiente completamente distendido, lejos de la presión y las prisas del WRC. No será su único evento de clásicos este mes de septiembre. Latvala también estará presente en el Rallyday de Castle Combe, el cual este año homenajeará la figura del desaparecido Colin McRae, con un ST185 Celica GT-Four prestado para la ocasión y también decorado convenientemente por los colores rojo y blanco que lucía el Toyota Team Europa (la después renombrada como TMG) en la década de los noventa.
Viendo la colección y la rápida adaptación de Latvala al equipo, todo parece indicar que estaba destinado a pilotar para la que en el pasado Thierry Neuville denominó como la homóloga de la Scuderia Ferrari en el WRC.