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Jon Armstrong logra un scratch en WRC2 que se gestó en los videojuegos

El uso del simulador es algo más que habitual entre los pilotos de circuitos. Incluso no tenemos que hacer referencia a las caras cabinas que utilizan los equipos para probar distintas configuraciones o estrategias para los fines de semana de Gran Premio. Sébastien Loeb aprovechó el viaje entre el Rally de Turquía y el Circuito de La Sarthe para realizar algunas vueltas al circuito previas a la clasificación para las 24 Horas de Le Mans, mientras que Lance Stroll reconocía hace unos meses que había recurrido también a la PS4 para aprenderse el circuito de Bakú. ¿Y en el caso de los pilotos de rallyes?

Obviamente es más difícil realizar entrenamientos virtuales para los pilotos de esta disciplina. La imposibilidad de recrear fielmente un tramo como el Panzerplatte, así como la dificultad para encontrar un simulador que recree a la perfección las reacciones del coche en concreto, hacen que en ocasiones no se pueda sacar partido al 100% a dicha tecnología y únicamente sea utilizada como forma de entrenar la toma de notas o para mantener los reflejos activos en épocas muy largas sin sentarse en el coche de competición.

Sin embargo, Jon Armstrong ha demostrado otra utilidad durante este fin de semana. El británico, ganador de uno de los premios durante el Trofeo DRIVE DMACK de la pasada temporada (ganó en Finlandia y Catalunya), lo que le daba acceso a competir con un Ford Fiesta R5 en dos pruebas del WRC2 de 2017, ha tenido que recurrir a los simuladores y a los videojuegos para prepararse de cara al duro reto que le esperaba este fin de semana en el Rallye de Alemania.

Este premio en el caso del británico se había convertido en un arma de doble filo en su caso. Tenía la oportunidad soñada de competir al volante de un R5, sin embargo, por la falta de presupuesto, el piloto de 22 años debería llegar prácticamente sin preparación. Sólo habiendo disputado dos pruebas en Irlanda, el Galway International y el Donegal, este último al volante de un Mitsubishi Lancer Evo X con el que apenas pudo realizar seis especiales antes de tener que abandonar por problemas mecánicos. Esta era hasta esta semana su única experiencia en un rally al volante de un vehículo de tracción total.

Sin presupuesto para competir, la temporada 2017 de Jon Armstrong ha sido más que paupérrima. Su simulador casero ha sido clave.

Además de esa corta experiencia en competición, Armstrong llegaba con apenas un centenar de kilómetros de test realizados con el R5 después de reunir con mucho esfuerzo el presupuesto necesario para poder hacer este pequeño shakedown previo al Monday Test y al inicio de la prueba germana. Para aprovechar al máximo su oportunidad había tratado de llegar lo mejor preparado posible dentro de sus posibilidades.

Esto se traducía en realizar largas jornadas en el simulador domestico que tenía en su casa, tratando de mejorar no sólo sus sensaciones, sino también adaptar su pilotaje, acostumbrado a los tracción delantera, a las necesidades que conllevar pilotar un 4×4 sobre asfalto. El juego elegido, primero el DiRT Rally y durante los últimos meses el último título de los de Codemasters, el DiRT 4. Ha sido habitual ver al británico encabezando las tablas de tiempos, no sólo en los récords de cada una de las especiales virtuales por defecto, sino también en los torneos realizados por los propios desarrolladores. No era nada nuevo, ya había mostrado su velocidad en los videojuegos cuando era sólo un adolescente, ganando incluso torneos del DiRT 2 o compitiendo con el RBR.

Su equipo ha ido mejorando con los meses, incorporando elementos como un nuevo freno de mano para su cockpit o las gafas de realidad virtual. Ha sido con la llegada del DiRT 4 cuando se le ha abierto un mundo nuevo gracias a la generación de especiales nuevas ‘randomizadas’. Con este sistema ha conseguido prestar más atención al copiloto, sin confiarse en conocer de memoria cada tramo por repetición. Además, pudo probar distintas configuraciones en la versión virtual del Ford Fiesta R5, apreciando como unos ligeros cambios en la dirección o las suspensiones pueden modificar por completo las reacciones del coche.

Obviamente el talento natural y el trabajo, no sólo en el simulador, tenía premio este fin de semana, especialmente cuando Jon Armstrong conseguía este mismo domingo su primer scratch en WRC2. El final feliz no podía ser del todo completo debido a un toque con un muro durante la etapa del viernes después de quedarse sin frenos. Habrá que seguir de cerca su segunda participación con el Ford Fiesta R5 de M-Sport/DMACK.

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Iván Fernández

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