A pesar de que Córcega no fue el mejor rally para la pareja formada por Sébastien Ogier y Julien Ingrassia, el copiloto galo tuvo un bonito gesto con el equipo M-Sport, regaló a uno de los mecánicos de la formación británica su trofeo de segundo clasificado en la prueba corsa. Y no fue la primera ocasión, ya que hizo lo mismo con el que recibió en México después de quedar a espaldas de Kris Meeke.
En el Mundial de Rallyes es habitual que los competidores que habitualmente copan las posiciones del podio regalen a miembros del equipo algunos de los obsequios que los organizadores de cada prueba preparan para ellos. Sin ir más lejos, el año pasado pude tener en mis manos durante unos minutos el sombrero mexicano que se le había entregado a Jari-Matti Latvala como ganador precisamente del Rally de México y que había pasado a ser propiedad de una de las personas encargadas de la logística del equipo.
Sin embargo, los trofeos suelen ser un objeto mucho más personal, algo que a los competidores les gusta guardar con cariño en sus propias colecciones o museos personales con sus monos ignífugos (los copilotos además suelen tener un espacio reservado para los cuadernos de notas, algo que a la larga termina siendo un problema).
En este caso, Julien Ingrassia cedió su trofeo por el segundo puesto en México a Ross Sutherland, el encargado de los repuestos de M-Sport para los Ford Fiesta R5, mientras que Molan Polacek, ingeniero recién llegado al equipo y que ayuda en el coche de Lorenzo Bertelli, recibió la copa que el copiloto tetracampeón del Mundo logró en el Tour de Corse y que lucirá a partir de ahora sobre su escritorio en Dovenby Hall.
Por un lado, se demuestra el compromiso y gran respeto que tiene Ingrassia por el equipo dirigido por Malcolm Wilson, así como una demostración de que tanto Julien como Sébastien Ogier siguen persiguiendo los trofeos que se otorgan al primer clasificado en cada rally. Esos trofeos seguro que no los regalará.
Vía | Motorsport-Total