En mi particular visión de esta temporada, considero que el campeonato se va a sentenciar cuando Ferrari consiga su primera pole y cuando Kimi Räikkönen determine que es hora de involucrarse. La adición de tales factores representaría una estocada a Mercedes, equipo que por primera vez se ha mostrado vulnerable en la era híbrida. Muchos entendidos apuestan a una involución de los rojos cuando se disputen los grandes premios en suelo europeo, una mala costumbre enquistada desde 2009, sin embargo creo que ha iniciado un ciclo muy diferente y serán otros los equipos que tendrán dificultades para ponerse al día con respecto a la escudería italiana.
Parece ser cuestión de tiempo y de realizar ciertos ajustes al SF70H para que resulte el más rápido en clasificación, ciertamente todavía luce en la estela del W08, pero sin duda su concepción ha sido correcta, es un coche ganador cuyo ritmo de carrera es tan competitivo como el de su rival directo. Es cierto que en otras ocasiones Ferrari se ha desinflado en los tramos finales de los campeonatos, no obstante en este ciclo de Sebastian Vettel, Sergio Marchionne, Maurizio Arrivabene y compañía, será la primera ocasión que planifiquen en modo líderes y no de perseguidores. Tengo confianza en que el departamento técnico de Maranello conseguirá que el SF70H despunte en las sesiones clasificatorias y a partir de allí cada uno de sus pilotos desvanezca las esperanzas de Mercedes.
Es en este escenario donde se requiere de la intervención de Kimi Räikkönen para causar dolores de cabeza a Toto Wolff y su tropa. Iceman regresó a Ferrari en 2014 y se pronosticaba que el accionar y la disposición que mostró en Lotus también le acompañaría hasta Maranello, aunque se debe indicar que la llegada de Räikkönen a predios rojos coincidió con una temporada nefasta para el equipo, a duras penas finalizó duodécimo en el campeonato. Aquel piloto que fue conminado a abandonar Ferrari en 2009, cuando la escudería había logrado siete títulos de constructores en diez años, volvió para ubicarse en medio de un caos interno, una deriva técnica y una gran crisis política; y todavía permanece allí como un símbolo de transición.
Ahora, a sus 37 años, luce obligado a corresponder la confianza del equipo italiano. La escudería parece dispuesta a saldar una deuda moral con Räikkönen, pero es evidente que el inmisericorde tiempo está pasando factura. El Kimi Räikkönen de 2017 es una versión muy diferente al joven que deslumbró con McLaren y se consolidó con Ferrari. Lejos quedó el osado e irreverente piloto, ahora es un orgulloso padre de familia que no arriesga más de lo prudente. El carácter, carisma y personalidad todavía están allí, pero las ambiciones, los reflejos, talento natural y esa capacidad de extraer el máximo a la mecánica; han mermado. Se nota que Ferrari concede material muy similar a cada uno de sus pilotos. Räikkönen es capaz de registrar tiempos y ritmos de carrera parecidos a los de Sebastian Vettel, pero el finlandés luce perdido en las salidas y muy dubitativo al momento de definir adelantamientos, concediendo tales ventajas dificulta toda planificación para los grandes premios y el campeonato.
El mismo Ráikkönen manifestó en Bahréin que todos los elementos estaban en orden para realizar una buena carrera, pero volvió a perder lugares al apagarse los semáforos y luego permaneció mucho tiempo atrapado en medio del pelotón. Cuando pudo deshacerse de los problemas ya todo estaba decidido. En Australia también finalizó en la cuarta posición y en China arribó quinto, en cada ocasión fue una reiteración de inconvenientes. Tiene un coche competitivo y fiable, pero siempre le ocurre algún tropiezo o simplemente ya no puede dar más de sí mismo y no lo admite. También se debe pensar que mentalmente estaría en modo preaviso ya que podría ser su última temporada. No se debe pasar por alto que Räikkönen debutó en el 2001 y de aquella generación apenas él y Fernando Alonso sobreviven corriendo a tiempo completo.
Pero cuando se nace con buena estrella se está siempre en el sitio y en el momento adecuado. Ahora Räikkönen es el Factor X y tendrá la posibilidad de acabar con las pretensiones de Mercedes. De su aporte dependerá el triunfo de la escudería italiana y él ya experimentó tal situación en el pasado. Cierto es que parece un tanto lejana su última victoria en la categoría, Melbourne 2013, cuando militaba en Lotus, no obstante permanece de rojo porque es considerado un jugador de equipo. Sobre el papel, Ferrari posee todos los elementos para ganar ambos títulos esta temporada, inclusive su aura colectiva parece más sana y en armonía que las del resto de sus rivales, pero necesitan que Räikkönen se involucre directamente en esta lucha, que salga de su zona de comodidad para entrometerse donde no es esperado. Debe aprovechar que es subestimado, ese bajo perfil le concederá todas las opciones para tener el balón en el segundo final y decidir el partido.