Se ganó su carisma por su estilo de conducción agresivo e inagotable. El norirlandés tenía algunos rasgos del que fue su padrino deportivo, Colin McRae, aunque su inconsistencia le hizo incluso tener que buscar hueco en el Intercontinental Rally Challenge junto a Peugeot UK después de que sus primeras temporadas en el JWRC no arrojaran los resultados esperados. Allí en el IRC se foguearía con los S2000, lograría un título en su temporada de rookie y conseguiría salir del ostracismo en el que había caído después de abandonar el Mundial Júnior.
No podría renovar la corona un año más tarde, por lo que, quemada esta etapa, tocaba volver a pensar en el Mundial y asociarse ni más ni menos que a Prodrive y su proyecto con MINI en el que se volvería a encontrar con Dani Sordo. Desafortunadamente el paso de la firma británica fue casi anecdótico a pesar de las demostraciones puntuales de buen rendimiento, por lo que tanto Meeke como Sordo debieron sondear de nuevo sus posibilidades. Para entonces Kris ya era el último piloto isleño de su generación que se mantenía en activo a primer nivel después de que Guy Wilks decidiera hacer un alto en su carrera deportiva y que todavía los Elfyn Evans y Craig Breen estuvieran en formación.
Su fichaje por Citroën Racing era uno de esos “regresos del hijo prodigo” que no le han funcionado a los de los dos chevrones durante los últimos años. Sí, con ellos aprovechó los últimos coletazos del Citroën DS3 WRC y las buenas maneras del C3 WRC en determinadas condiciones hasta sumar hasta cinco victorias en tres años, sin embargo, no cumplía ese papel de primer piloto que seguía buscando la firma francesa desde la marcha de Sébastien Ogier, más que por la velocidad, por su falta de consistencia.
Cercano a la cuarentena, el pelirrojo de Dungannon se encontraba a finales de 2018 con una oportunidad inesperada después de que Esapekka Lappi sorprendiera a propios y extraños al desvincularse de Toyota GAZOO Racing y fichar por Citroën. Era la oportunidad perfecta para que ambos se tomarán sus respectivas revanchas personales, pero finalmente ninguno de los dos casos saldría como se esperaba. La etapa de Meeke en Toyota se cerraba con un sexto puesto y el accidente en el Rally de Catalunya que dejaba un sabor amargo que no se pudo atenuar con la cancelación del Rally de Australia.
Si en algunos momentos llegó a parecer que su continuidad estaba hecha, la revolución que terminó por suponer la marcha de Ott Tänak a Hyundai y la decisión de Sébastien Ogier de dejar Citroën terminaron por ponerle en la puerta de salida y con un futuro plagado de dudas. La decisión por parte de M-Sport Ford WRT de no tenerlo en cuenta para su alineación de cara a 2020 lleva a que Meeke esté sin asiento cuando apenas restan menos de tres semanas para cerrar el año. Su último comunicado a través de redes sociales apunta a que sus opciones para la próxima temporada son reducidas, y que, mientras Latvala sí había preparado una opción B al saberse fuera desde hacía tiempo, el veterano piloto norirlandés volverá a esperar a que el teléfono suene.
Adiós por el momento WRC. Gracias Toyota Gazoo Racing. Es hora de explotar otras pasiones. Veamos qué trae 2020.