Como ya exploramos en la primera parte, la Clio Cup ha recibido un cierto empuje mediático al telonear a la Fórmula 1 en los Grandes Premios de Francia y Alemania en 2019. Jack Young dominó ambas citas, venciendo en tres de las cuatro carreras y perdiendo la oportunidad de hacer un pleno al no cumplir un drive-through en la parte final de la segunda carrera de Hockenheim, cediéndole el triunfo al suizo Andreas Stucki. En tierras galas fueron los pilotos locales quienes se quedaron más cerca de Young, aunque a 20 lejanos segundos.
Benoît Castagné tiene 30 años y lleva cinco en el mundo de los Clio. Cuarto y segundo en las rondas de Paul Ricard, fue tercero en las Finales Internacionales de 2018 por detrás de Young y Max Coates, reflejando un espíritu competitivo que volvió a sacar en el fin de semana de Gran Premio. «Hemos venido a ganar pero los ingleses han encontrado algo nuevo y nosotros no, es muy importante reglar bien el coche para poder empezar a buscar lo que ellos ya han alcanzado», explica un piloto de trayectoria parecida a sus compañeros de parrilla. «Debuté en Copas de Peugeot, siempre en turismos después de empezar en karting».
El dinero es importante y su falta hace que el piloto se plantee el camino más allá de los monoplazas. «Pretendo rodar más a nivel internacional, si no hay presupuesto hay que seguir trabajando porque en estos eventos hay más peleas interesantes». Aunque no pudo estar en Hockenheim al tener una cita de la Clio francesa la semana siguiente, Castagné considera Paul Ricard y el trazado alemán circuitos ideales, «rápidos y muy grandes para los Clio, con un evento bonito y carreras animadas por el efecto del rebufo. Además, en un fin de semana de Fórmula 1 la gente te presta más atención, ni que sea mirando el motorhome durante el meeting del jueves».
Al piloto local le gusta la variedad de trazados galos. «Más allá de Paul Ricard en Francia tenemos circuitos muy buenos como Le Mans y Magny Cours. También otros pequeños como Lédenon y Pau, con ambiente especial, mucho público y preciosas carreras nocturnas». Confiesa Castagné usar bastante el simulador en casa, «ayuda mucho en los tiempos que corren, permite aprender el circuito mucho más rapido y sacar el máximo partido al coche». Su objetivo sigue siendo buscar oportunidades más allá de las fronteras francesas: «me encantaría hacer turismos internacionales, TCR y demás, pero se necesita un presupuesto que ahora no tengo«.
Además de una ingente cantidad de pilotos locales, varios británicos e italianos cruzaron la frontera con Francia. Giacomo Trebbi es uno de los transalpinos que fue a Paul Ricard, circuito que ya conocía al realizar una ronda de la Clio italiana con anterioridad. Éste era sin embargo su primer evento internacional y lo hizo con el equipo Xplorer Motorsport y una pequeña ayuda de Oregon, estructura conocida en Europa. «Oregon nos ha ayudado porque íbamos a venir con dos camiones y solo teníamos un coche, ambos equipos son prácticamente iguales a este nivel pero recibir la ayuda de Oregon es excepcional», comenta Trebbi.
El italiano dio sus primeros pasos en el karting, realizó dos carreras de la Fórmula Renault 1.6 y se metió de lleno en los pequeños coches a través del campeonato nacional de Citroën C1. De ahí pasó a los Clio y a un mayor resquicio de rapidez a través de un Porsche 911 de un certamen histórico. Con seis años de experiencia en la Clio Cup, Trebbi conoce todos los templos italianos de la velocidad y cree que Paul Ricard es un circuito tan rápido como Monza, definiendo la pista francesa con una palabra tan italiana como «bellissima, divertida para pilotar con un coche pequeño. La recta de Mistral se hace eterna«, aclara entre risas.
Ante el posible peligro de trayectorias variables con múltiples coches en las frenadas, Trebbi se defiende diciendo que un paralelo a cuatro es «tan peligroso como divertido«. El piloto de 28 años sigue buscando la gloria en el certamen nacional de Clios y busca divertirse en circuitos nuevos gracias al Gruppo Peroni, categoría que gestiona varios campeonatos en Italia. Prefiere, eso sí, los circuitos grandes a los que suele ir la F1 como Monza, Red Bull Ring o el propio Paul Ricard antes que pequeños como Magione, Varano y Adria. «Es como comparar una piscina y una bañera, hay más acción, velocidad y espacio para adelantar», concluye el divertido Trebbi.