A mediados de este mes, Luca de Meo declaró ante el medio francés L’equipe que hace algunas semanas atrás visitó las instalaciones de Mercedes AMG HPP y quedó impresionado porque observó a unas 900 personas trabajando en las unidades de potencia con especificación de Fórmula 1 y además allí disponen de bancos de prueba de última generación, capaces de evaluar con ocho cilindros. En contraste, en la fábrica de motores Renault en Viry-Châtillon, la nómina no sobrepasa los 340 empleados y las pruebas se realizan con tres cilindros. Desde esa perspectiva es complicado estar en la vanguardia en cuanto a desarrollo híbrido y por tal razón decidió retirar a la marca del rombo de la Fórmula 1.
A partir de esta confirmación se han derivado una serie de quejas porque el retiro de Renault afecta de forma indirecta a proveedores como Mecachrome, a la industria local y también a la organización que trabaja para que el Gran Premio de Francia retorne al calendario, tras la pausa efectuada tras la edición de 2022. Las declaraciones del CEO de Renault no han sentado nada bien, sobre todo el hecho de admitir públicamente que es preferible pasar a ser cliente que seguir confiando en la ingeniería francesa. Esa imagen que concedió representó un revés para los representantes de la Federación Francesa de Coches Deportivos (FFSA), entidad afiliada a la FIA que se encarga de las gestiones para el retorno del Paul Ricard al campeonato.
Según Pierre Gosselin, presidente de la FFSA, existe mucha decepción colectiva por el retiro de Renault de la Fórmula 1 y eso afecta cualquier iniciativa que presenten porque el público podría mostrar su desagrado al observar a la escudería Alpine impulsada por un motor que no sea francés. También esta deserción de Renault de la categoría, y además admitir que no son capaces de competir en 2026, envía un mensaje negativo al gobierno, lo que compromete aún más el regreso de la Fórmula 1 porque sin la intervención del Estado, tanto en recursos financieros como en logística, es imposible organizar un gran premio.
En palabras de Pierre Gosselin:
Es un duro golpe para el deporte motor francés. Ahora Ferrari, Audi y Red Bull han comenzado a contratar personal de Viry-Châtillon. Pero puedo entender la lógica industrial de Luca de Meo. Hacer un motor cuesta un montón de dinero. Nuestra federación no tiene los medios para ir en contra de estas decisiones. Pero a día de hoy, nada ha sido aprobado. Pero sin la seguridad financiera que aporta el gobierno, todo el proyecto está condenado al fracaso.
Vía Nextgen Auto