La temporada de 2018 de Fórmula 1 tendrá la particularidad de cortar una racha de 48 años consecutivos con al menos un piloto brasileño en la parrilla, situación un tanto irregular tomando en cuenta que el país amazónico es la cuna de los campeones Emerson Fittipaldi, Nelson Piquet y Ayrton Senna; y además cuenta con Petrobras, empresa que anteriormente invirtió en la escudería Williams, por donde pasaron Rubens Barrichello y Felipe Massa. Ahora el proveedor de combustible desembarcó en McLaren y sería lógico que apuntale la carrera de algún piloto brasileño pero, salvo Sérgio Sette Câmara, no parece existir más opciones en el horizonte.
La semana pasada, el piloto brasileño Lucas Di Grassi criticó la presencia de Petrobras en McLaren porque se trata de una petrolera estatal y por tal razón debería apoyar intereses nacionales, pero en la escudería inglesa no existe una conexión brasileña. Para Di Grassi resulta cuestionable que Petrobras regrese en este momento a la Fórmula 1 cuando ni siquiera se interesó en apoyar a Felipe Nasr, quien había demostrado poseer el nivel para mantener con vida el legado verde y amarillo, pero no pudo obtener el dinero para seguir compitiendo.
Pareciera ser que el interés en invertir en pilotos brasileños ha descendido de forma alarmante por los referentes más recientes. Barrichello y Massa fueron arquetipos de segundos pilotos y aunque ambos pasaron por Ferrari, inclusive Massa estuvo a punto de alcanzar el título, probablemente ninguno de ellos sea un modelo a seguir para las generaciones que nacieron después de la desaparición de Ayrton Senna. Tampoco la actuación de otros pilotos brasileños como Ricardo Zonta, Enrique Bernoldi, Cristiano da Matta, Antonio Pizzonia, Nelson Piquet Jr., Bruno Senna y Pedro Diniz, por mencionar algunos, contribuyeron a incentivar a los jóvenes a involucrarse en el automovilismo para llegar a la Fórmula 1.
Sérgio Sette Câmara sería la última esperanza brasileña de la presente generación en ascender a la Fórmula 1 porque Matheus «Matt» Leist y Pietro Fittipaldi decidieron olvidarse de Europa para probar suerte en la IndyCar. Este año, Sette Câmara tendrá la tarea de medirse en la Fórmula 2 a Lando Norris, piloto reserva de la escudería McLaren, ya que ambos estarán en el equipo Carlin. La cuestión es que el brasileño no tiene un nexo establecido con la Fórmula 1 porque a principios del año pasado dejó de pertenecer al Red Bull Junior Team. Así que estará obligado a no deslucir ante Norris si es que desea trascender más allá de esta categoría.
En cuanto a Leist se debe destacar que resultó campeón de la F3 Británica en su edición 2016 y Fittipaldi fue el último campeón de la World Series V8 3.5. No obstante, con tales credenciales no pudieron avanzar en Europa, de allí que tomaron la decisión de emular a Tony Kanaan y Helio Castroneves, referentes brasileños en la IndyCar de estos tiempos. La presencia en pista del apellido Fittipaldi en la serie sin duda agregará un interés adicional a las carreras porque no solo en la Fórmula 1 posee abolengo, Emerson Fittipaldi también hizo historia en el automovilismo norteamericano.
La ausencia de un piloto brasileño en la Fórmula 1 se puede analizar desde distintas perspectivas. Fittipaldi, Piquet y Senna resultaron unos fenómenos que causaron furor en el mundo, porque la sucesión fue inmediata, convirtiendo a Brasil en uno de los mercados más importantes. Emerson Fittipaldi fue el pionero, salió de Brasil rumbo a Europa a los 23 años, solo, con poco dinero y sin saber otro idioma que el portugués, y a los 25 años se convirtió en el campeón más joven de la Fórmula 1. Ese ejemplo resultó inspirador para la juventud, de allí que esa escuela brasileña se consideró la más espectacular. Pero tal impacto no se pudo mantener porque la generación posterior, encabezada por Rubens Barrichello y por Felipe Massa, careció de ese encanto, esa magia que identificó a los pioneros. Ahora no basta con ser brasileño, o pertenecer a una dinastía, o quizás ganar carreras en Europa, si no hay dinero de por medio no hay oportunidad de avanzar.
Y aunque resulte un tanto complicado de asimilar, el servilismo de Barrichello y de Massa causaron un gran daño a la juventud brasileña. Es difícil creer que el anhelo de un niño que se inscribe en el karting sea el de ser un segundón, aceptar el papel y jamás rebelarse. Eso más bien sería un motivo para llevar a los niños de inmediato a un campo de fútbol.