Desterrados y no recuperados desde la llegada de los World Rally Cars bajo reglamento 2017, el Mundial de Rallyes ha perdido una parte importante dentro de sus listas de inscritos al renunciar a los equipos privados. Tras no haber terminado de cuajar el WRC Trophy con vehículos de la anterior generación, la Federación Internacional de Automovilismo busca una alternativa para volver a atraer a los pilotos que no forman parte de estructuras oficiales con el objetivo de volver a presentar más de una docena de coches de primer nivel en las inscripciones.
Según el semanario británico Autosport, en la última reunión de la FIA en Ginebra se puso sobre la mesa la posibilidad de que los pilotos privados pudieran competir al volante de World Rally Cars de la generación actual con modificaciones técnicas para hacerlos menos competitivos que las unidades oficiales. En concreto se habló de reducir el tamaño de la brida del turbo de los 36 mm hasta los 34 mm, lo que obviamente supondría una reducción de potencia que los situaría en cifras ligeramente superiores a las que presentaban los WRC de la pasada generación.
Estamos investigando la posibilidad de poner una brida de 34 mm en los World Rally Cars actuales. Una de las preocupaciones sobre la nueva generación de automóviles era que podían ser demasiado rápidos para algunos conductores privados o Gentleman Drivers. Reducir el tamaño de brida los llevaría de vuelta a donde estaba la generación anterior de WRC. Necesitamos ver más coches compitiendo y sería lindo ver estos fuera del WRC.
Por el momento, sólo nombres como Lorenzo Bertelli, Armin Kremer, Mads Ostberg o Bryan Bouffier han aparecido dentro de las pruebas del Mundial de Rallyes con vehículos alquilados o cedidos por los equipos oficiales, esperando ver todavía a otros nombres como Jourdan Serderidis o Nasser Al-Attiyah hacer los programas que tenían previstos y que parecen haberse complicado durante los últimos meses. Obviamente, formaciones como M-Sport están a favor no sólo de que los privados puedan acceder a sus coches, sino también a la opción de que los WRC traspasen fronteras y puedan llegar a otros campeonatos regionales o nacionales. Tommi Mäkinen también se ha mostrado a favor de ello, aunque no se ha mostrado muy seguro de que haya que ‘capar’ su potencial.
La pregunta es, ¿tiene sentido frenar el rendimiento de los coches para que los piloten los pilotos privados? De nuevo la respuesta parece ser negativa. Si consideramos que un piloto no tiene la experiencia para pilotar uno de estos coches de nueva generación, entonces no debería llevar uno, ya sea con brida de 36 mm o de 34 mm. En cambio, si está capacitado y tiene acceso a la gran cantidad de dinero que se necesita para alquilar/comprar uno de estos vehículos, entonces no se debería limitar sus prestaciones en carrera.
Una de las bases que ha hecho grande a la competición y especialmente al Mundial de Rallyes, ha sido precisamente esa capacidad de que equipos privados sin apoyo de fábrica pudieran plantar cara a las estructuras oficiales. El último triunfo de un piloto fuera de un equipo oficial data del Rally de Portugal de 2012, fecha en la que Mads Ostberg se hacia con el triunfo con el Ford Fiesta RS WRC de Adapta después de la exclusión de Mikko Hirvonen.
Vía | Autosport