La FIA ha actualizado el reglamento de los Le Mans Hypercars, clarificando algunos detalles técnicos de la que será a partir de la próxima temporada la categoría reina del Mundial de Resistencia. Unas medidas que se tomaron en el último Consejo del Motor, pero que han tardado unos días en ser publicadas. Esto viene después de las quejas de Toyota sobre la falta de claridad en algunos aspectos, a falta de 8 meses para que los coches sean homologados y debuten en pista.
Una de las principales novedades es la permisión de los motores rotativos, algo que se puede interpretar como un guiño a Mazda. La marca japonesa, que ganó la edición de 1991 de las 24 horas de Le Mans con el 787B, propulsado por el mítico R26B, de cuatro rotores y que producía más de 700 CV, con un sonido único. Mientras que antes en los LMP1 este tipo de motores estaban prohibidos, se ha hecho hincapié en su posibilidad de utilización a partir de 2020.
Mazda ya ha estado en la órbita de las carreras de resistencia los últimos años con el RT24-P, coche con el cual han competido en el IMSA, el campeonato norteamericano de resistencia, dentro de la categoría DPi. Habiendo logrado sus mayores éxitos la pasada temporada junto al equipo Joest, se desvincularán de ellos después de Sebring, poniéndose también en duda la continuidad del proyecto. El movimiento del WEC puede ser con la mirada puesta en atraer a Mazda al campeonato, para que se una a Toyota, Aston Martin y Peugeot, aportando más variedad con el motor rotativo.
Por otra parte, no se podrán utilizar elementos aerodinámicos móviles, mientras que los sistemas híbridos podrán activarse a partir de 120 Km/h en seco, y a partir de entre 140 y 160 en mojado. Esto se tendrá que respetar excepto cuando el coche entra al pit lane, donde se puede utilizar por debajo de esas velocidades. Por otro lado, los prototipos no derivados de coches de calle podrán contar con sistema MGU-K (recuperación de energía cinética), manteniéndose el mínimo de 25 unidades fabricadas para los derivados de calle.