Era prácticamente un hecho. El ser una propiedad de Ferrari, estar muy cerca de Monza y el poder celebrar allí los 1.000 Grandes Premios de los de Maranello hacían muy tentador el poder viajar a Mugello para celebrar la segunda cita italiana de la temporada. Será el noveno fin de semana competitivo de esta temporada después de los ocho eventos que ya conformaban el primer calendario. El Gran Premio de la Toscana se disputará el 13 de septiembre, justo antes de viajar hacia Sochi para el GP de Rusia, el 27 de septiembre.
Se ponen así lo mimbres para una temporada muy centrada en Europa, después de haberse confirmado que no se podrán celebrar este año las pruebas de Japón, China, Azerbaiyán y Singapur. La visita a Mugello supondrá el llegar a uno de los templos del Mundial de Motociclismo, el cual suele atraer todos los años a miles de aficionados incondicionales a Valentino Rossi.
Una pista muy fluida, con una primer sector caracterizado por los cambios de dirección rápidos y una sección muy estrecha, para pasar después a una zona con muchos cambios de altura (llega a recordar la subida a La Moreneta del Circuit), con curvas muy rápidas y prácticamente sin puntos de adelantamiento. Es la recta de meta la que suele atraer mucho espectáculo, especialmente en las motos, donde la apurada de frenada es uno de los puntos más vistosos para las motos, haciendo despegar la horquilla trasera, mientras que la retrasada posición de la línea de meta suele permitir que el piloto que persigue pueda lanzar un último ataque gracias al rebufo.
Queda por ver si Sochi finalmente acogerá una segunda cita tal y como se llegó a proponer, o si únicamente se quedará en un Gran Premio. En buena parte estará marcado por la evolución de la pandemia en el continente americano, donde cada vez parece más difícil viajar para disputar las carreras de Brasil y México. También Portimao parece una buena opción en caso de que finalmente se desarrolle una campaña de Fórmula 1 sin prácticamente citas asiáticas o americanas.
