En ocasiones, la Fórmula E tiene pesadillas urbanísticas. Los circuitos callejeros que utiliza la categoría de monoplazas eléctricos necesitan aprobación municipal, un hecho que se da por sentado ante el interés que ha generado el campeonato y la poca molestia que supone cerrar las calles por un día. Pero en las últimas semanas han surgio dos frentes separados entre ciudades y organizadores. El primero llegó con el regreso de la carrera alemana al aeropuerto de Tempelhof, tras el desacuerdo para seguir compitiendo en las calles de Berlín.
El nuevo capítulo llega desde Bruselas, dónde la Fórmula E tiene previsto correr el 1 de julio. En un principio el ePrix belga se iba a disputar en Heysel, en el norte de la ciudad, con un trazado situado entre el Atomium, el estadio Rey Balduino y los edificios de la Exposición Universal de 1958. Esa propuesta no se llevó a cabo ante la posibilidad de que coincidiera con un festival cultural que se celebraría en Heysel el mismo fin de semana que el ePrix.
Más tarde, se propuso un segundo trazado más céntrico, con vistas la catedral de Koekelberg (en la foto) y que rodearía el Parc Elisabeth, en una zona de árboles que recordaría al ePrix de Battersea Park. Pero las últimas informaciones dicen que las autoridades locales no quieren interrumpir el tráfico de la zona en pleno verano, ya que los pilotos tendrían que pasar por encima de las vías del sistema de tranvía de la capital de Bélgica. Ante la situación, este segundo circuito parece que también va a ser descartado.
Por lo menos, hay intenciones de cooperación. Con apenas unos meses para encontrar una solución, el gobierno de la zona quiere buscar una tercera ubicación que sea definitiva y que no ocasione problemas. En caso de que el ePrix de Bruselas no pueda disputarse, se aplazaría a la temporada 2017-18, con una posible segunda cita en Berlín como nueva proposición para cerrar el calendario de 12 carreras que busca la categoría de Alejandro Agag.
Vía | RTBF
