Lo de México fue solo una prorroga. El sexto campeonato del mundo de Fórmula 1 de Lewis Hamilton se hizo realidad en el Circuito de las Américas, un circuito que siempre ha sido talismán para el británico, y que pese a no haber conseguido la victoria hoy, ha entrado una vez más en los libros de historia. Hoy Hamilton solo tenía que conseguir cuatro puntos para ser campeón, pero no se conformó con ser campeón y punto, quería ser campeón y quería hacerlo a lo grande.
Puede que muchos otros, viendo como se estaba desarrollando la carrera, con el abandono de Vettel y los problemas de ritmo de Leclerc, se hubieran conformado con acabar en el tercer cajón del podio. Pero es por algo que destaca Hamilton es por ser inconformista. El de Mercedes hizo una estrategia diferente a la de su compañero de equipo Valtteri Bottas y a la de Max Verstappen, parando solamente una vez, apostando todo a una única carta. En este caso no le salió redonda la jugada, pero prefirió ahogarse que morir en la orilla.
La pregunta ahora es, ¿hasta dónde va a ser capaz de llegar Lewis? estos últimos años hemos visto como caían los récords de los más grandes de este deporte. Su ídolo Ayrton Senna, Alain Prost, Juan Manuel Fangio… Año tras año, campeonato tras campeonato, con el permiso de Nico Rosberg, el único capaz de batirle en la era híbrida. Sus números cada vez asustan más, en victorias, en títulos, y en poles, donde ya es el mejor de la historia. En el punto de mira ahora está solamente Michael Schumacher, en el Olimpo de los siete títulos de Fórmula 1.
Pero por mucho que gane y gane, seguirá habiendo gente que siga pensando que sus logros no están a la altura de los míticos. Pero, ¿acaso en la época de Senna y Prost, o en la de Schumacher, no había gente que también les infravaloraba? Muchas veces no nos damos cuenta, porque nos falta esa visión en perspectiva. La ventaja mecánica siempre ha estado ahí, pero ha estado con Hamilton, y estuvo con Senna en McLaren, y con Schumacher en Ferrari. Eso es únicamente una excusa para no aceptar la grandeza de un piloto, que además de ser rápido, es capaz de desarrollar mejor que nadie un coche, transmitiendo sus sensaciones a los ingenieros, que hacen la magia fuera de la pista.
Después de cruzar la meta, Hamilton ha vuelto a pronunciar su frase, «Still we rise», todavía nos levantamos. Y en efecto, todavía se levanta, año tras año, demostrando que es el mejor de su época, y que nadie es capaz de quitarle el trono, o no al menos durante varios años. Ahora es momento de repetir la pregunta inicial, ¿hasta dónde va a ser capaz de llegar Lewis Hamilton? Está claro que tiene comba para rato, que se siente fresco como el primer día, pero que al contrario que cuando llegó al Gran Circo, ha mostrado una evolución abismal, hasta convertirse en uno de los mejores de la historia. Suma y sigue, Lewis Hamilton.