Falta que la Fórmula 1 vaya a Sochi para que vea algo de variedad respecto a las últimas carreras, y no precisamente la variación que necesitaba el Mundial. Mercedes logró su octavo doblete de la temporada (primero desde Gran Bretaña) y Lewis Hamilton y Valtteri Bottas extendieron sus propias ventajas y el liderato de la marca alemana sobre el resto de la parrilla. Sin embargo, la sexta victoria consecutiva del equipo dominador de la era turbo en tierras rusas no fue tan fácil como las anteriores y necesitó de un componente nada habitual en la tierra de las matrioshkas: los coches de seguridad.
La mejor salida de los Ferrari dejó a Sebastian Vettel líder y al poleman Charles Leclerc segundo, obligado Hamilton a mantener el interior frente a un atacante Carlos Sainz que estuvo a punto de adelantarle. La Scuderia decidió que Leclerc se pusiera líder en boxes y alargó la parada del alemán en cuatro vueltas para que ello sucediera, pero el MGU-K de Vettel cedió en la misma vuelta en que el tetracampeón salió del pit lane y forzó la aparición de un Virtual Safety Car que le vino como anillo al dedo a Mercedes: la distancia entre Hamilton y Bottas les permitió a ambos realizar su detención sin problemas y salir por delante de Leclerc.
Inmediatamente después del final del Virtual Safety Car salió otro físico por un accidente de George Russell, en dirección al muro de la curva 8 con probables gomas frías. Leclerc había sido perjudicado por el Virtual y volvió a entrar en boxes para montar neumáticos blandos y ponerse en igualdad de condiciones con los Mercedes. Quedaban 20 vueltas y el teórico ritmo superior del Ferrari era un estímulo que debía ayudar a ver más acción en la lucha por la victoria… sin embargo, la teoría no pasó a ser práctica y el piloto monegasco apenas pudo asomarse a Bottas en un par de ocasiones en su aproximación progresiva, conformándose con el tercer puesto.
Volvió a la senda del triunfo Mercedes después de una sequía de tres carreras, igualando aun así la más larga de su era de dominio. Pero irónicamente el ritmo no fue el más efectivo y el equipo germano acabó acumulando una serie de circunstancias oportunas, fruto primero de la rotura de Vettel (con la que se puede argumentar que Ferrari se ha pegado un tiro involuntario en el pie) y después con el choque de un Russell motorizado por Mercedes. También es Mercedes el coche de seguridad pilotado con solvencia por Bernd Mayländer. Todas las casualidades sonrieron a la marca de la estrella en un escenario de bondad habitual, aunque no de mayor rapidez hoy.