Le escoció. Charles Leclerc se había erigido durante el último mes como el salvador de la Scuderia Ferrari, el niño prodigio que ha encandilado a los Tifosi con su descaro en pista, con su velocidad y con el italiano tan natural y fluido que espeta a través de la radio. Hasta tal punto ha cambiado su implicación dentro del equipo que el propio piloto monegasco ha pasado en apenas seis meses de acatar ordenes a llegar incluso a exigir explicaciones públicamente.
Sacrificado al inicio de la campaña 2019, Leclerc consiguió su primera victoria en gran parte debido al trabajo de gregario que realizó Sebastian Vettel en Spa-Francorchamps conteniendo lo máximo posible a las flechas plateadas. El germano, hundido anímicamente en esos momentos no dijo una palabra más alta que la otra y su trompo en el Gran Premio de Italia no hizo más que poner un clavo más al ataúd que muchos se habían encargado de hacer a su medida.
Imprevisible, Vettel resurgió en uno de los circuitos con los que guarda un particular idilio. Reconocía en la previa que no es una pista en la que se sienta especialmente cómodo, e incluso tiene malos recuerdos como aquel toque con Verstappen y Räikkönen en el arranque de la edición de 2017. Sin embargo, sus cuatro victorias hasta ahora en Marina Bay ya anunciaban que podía ser el lugar perfecto para darle la vuelta a la tendencia negativa, su rendimiento en clasificación sería la segunda pista.
Después de realizar 19 vueltas a ritmo muy lento detrás de Hamilton, en la Scuderia Ferrari vieron la oportunidad para tratar de adelantar a Lewis realizándole un oportuno Undercut. Max Verstappen y Red Bull Racing tenían la misma idea, por lo que a nadie le sorprendía el ver a ambos encaminarse al Pit Lane en la famosa vuelta 20. La parada de Vettel no era ni tan siquiera estratosférica, sin embargo, Sebastian era consciente de que se jugaba muchas cosas en esa vuelta casi de clasificación, la que le faltó el sábado para lograr la pole position.
El propio Vettel le reconocía a David Coulthard posteriormente que sería la decisión del equipo de entrar en esa vuelta, antes de que lo hiciera Charles Leclerc. Se lo avisaron muy tarde, tres curvas antes de llegar al carril, por lo que el tetracampeón sería el primer sorprendido. Charles Leclerc el segundo. Especialmente porque el monegasco desvelaba que el plan que había dibujado Ferrari antes de la carrera fue distinto y que en su caso sí que se había seguido la estrategia, incluido el ritmo lento antes de parar.
Es difícil perder una victoria así, pero es un doblete para el equipo y estoy contento por ello, pero también muy decepcionado como lo estaría cualquiera en mi posición. A veces sucede así y volveré más fuerte. Es muy decepcionante desde dentro del coche, creo que hice un gran trabajo ayer, he cumplido con la estrategia establecida antes de la carrera, he bajado el ritmo para cerrar que no tuvieran la ventana de pit y cuando he empezado a tirar no esperaba que Vettel me hiciera un ‘undercut’, no sabía que iba a parar. y supongo que hay una razón tras la decisión. He sentido en el coche que era injusto, tengo que saber más cosas antes de tener una opinión y ha sido por el equipo seguro, porque nunca se hace un ‘undercut’ para adelantar al compañero, pero eso no cambiará mi decepción.
Esa diferencia de ritmo en esa vuelta sería clave, incluido también que la parada de Leclerc no fue mucho más veloz (29.384 de Vettel frente a los 29.168 de Charles). Vettel salía con margen por delante y Charles mantendría su descontento durante las 40 vueltas restantes, aprovechando los periodos de Safety Car para hacer un repaso menta a la situación. No habría consuelo, ni tan siquiera a su descabellada idea de lanzar un ataque sobre el germano aprovechando que los abandonos de Russell, Checo y Räikkönen neutralizaban toda la ventaja del alemán. No habría consuelo, ni tan siquiera las palabras de Mattia Binotto pudieron tranquilizar al monegasco, el cual lanzó un suspiro tras la conexión del responsable de Ferrari. Hoy le tocó ganar a Vettel.