Lo hemos visto en otros deportes incluso más populares, pero el automovilismo no podía ser una excepción, especialmente si tenemos en cuenta la cantidad de pasiones que también es capaz de generar con el sonido de un motor, o todos los sentimientos que despiertan cada una de las acciones que vemos ya sea en los circuitos, como fuera de ellos. Javier Lorenzo Suárez es otro más de los nuestros. De esos a los que inevitablemente un coche de competición es capaz de erizarle hasta el último de los pelos del cuerpo.
La única diferencia entre Javier y la mayor parte de los aficionados a las carreras es que él no se puede guiar por su vista para disfrutar del automovilismo. Sin capacidad visual, él utiliza todos sus sentidos disponibles para despertar ese ralentí o cosquilleo interno inevitable para los que se enamoraron algún día de una competición, de casi un estilo de vida al que es muy difícil renunciar.
Durante el Monday Test, Este joven canario pudo cumplir un sueño: sentarse en un coche de rallyes y poder cantarle las notas a un piloto profesional. En este caso fue Efrén Llarena el que se prestó gustosamente a cambiar por unos kilómetros a su inseparable copiloto, Sara Fernández, para hacer de Javier el hombre más feliz de toda la isla. Con las notas de la cántabra transcritas al braille, todo estaba listo para afrontar un reto increíble.
El 208 R2 anunciaba que todo estaba en marcha y el rabioso sonido de las revoluciones retumbaba por todo el cockpit. Intimidador para cualquiera, sin duda… no en este caso para la cantarina voz de Javier, la cual no titubeó en ningún momento, agarrando con fuerza el cuaderno y guiando con firmeza sus dedos hacia la siguiente nota, al mismo ritmo que Efrén encadenaba sus decididos movimientos en el tramo de pruebas. Una experiencia inolvidable para ambos, todo un ejemplo para el resto.