Con la edición 2019 ya en el retrovisor podemos hablar con un poco más de calma de los anuncios que se sucedieron a lo largo del viernes previo a la disputa de las 24 Horas de Le Mans. Concretamente de los tres comunicados consecutivos sobre lo que será la categoría reina del Mundial de Resistencia a partir de su temporada 2020-2021 y cómo parece haberse asegurado la continuidad del certamen con el compromiso de Toyota y Aston Martin.
La situación era más o menos clara. Toyota quería seguir involucrada en la disciplina siempre y cuando se cumplieran dos premisas: que la categoría reina de las 24 Horas de Le Mans mantuviera la puerta abierta a los híbridos y que hubiera fabricantes rivales y no sólo privados. Celosos de su poder reglamentario, la vía DPi parecía muerta y al final se tiró hacia delante con los ‘hypercars’. Pero nadie parecía totalmente convencido de la idea.
Al final para empujar a Aston Martin y cerrar así la continuidad de Toyota, hubo que hacer un dos en uno. Sin tanta experiencia ni capacidad técnica como la casa japonesa como para desarrollar un híbrido de competición, se aceptó la posibilidad de que los hypercars fueran tanto prototipos 100% de competición como derivados de calle. Así, tenemos dos marcas comprometidas de cara a 2021 y cada una seguirá directrices técnicas diferentes, por mucho que convivan bajo un mismo reglamento técnico.
Puede parecer malo y una futura fuente de conflicto al intentar equilibrar las prestaciones de coches nacidos de maneras muy distintas, pero la prioridad absoluta era garantizar la continuidad del WEC y mantener el atractivo de su categoría reina. Con dos marcas ya hay guerra. Y ya puede haber efecto llamada, o como mínimo, se evita ahuyentar a aquellas aún no convencidas de la viabilidad de la senda hypercar…
Foto | Toyota GAZOO Racing