Austin Dillon salió la pasada semana a rodar por primera vez sobre el asfalto del Richmond Raceway con la próxima generación del Stock Car de la NASCAR que debería debutar en la temporada 2021. El prototipo, construido por Richard Childress Racing en colaboración con los responsables técnicos de las series norteamericanas buscará facilitar el adelantamiento a los coches más rápidos, algo que hasta ahora se había convertido en un suplicio cuando se rodaba en aire sucio muy pegado al vehículo que te precedía.
El propio Dillon se mostró muy emocionado después de la prueba, “es una locura y muy diferente” apuntaba su hermano Ty que le había confesado nada más bajarse del coche. Frena muy bien, incluso se siente más ligero y más rápido a pesar de estar todavía en una fase relativamente temprana de su desarrollo, contando además con una dirección de cremallera que promete ser mucho más veloz que las empleadas hasta ahora.
Se ponía de esta forma fin a dos años de desarrollo del concepto, o más bien se abría un nuevo capítulo. No habrá por el momento más novedades, ya que se espera que sigan incorporando las habituales siluetas de los vehículos de producción. En la actualidad compiten el Ford Mustang GT frente al Chevrolet Camaro ZL1 y al Toyota Supra/Camry, aunque todos ellos deben cumplir con una potencia de 550-750 CV y las restricciones aerodinámicas reglamentarias.
La normativa, que se estrenará en la Daytona 500 de 2021, es un gran paso adelante para las series, algo que también se notará en los trazados ruteros. El difusor aportará algo más de carga en el eje trasero, así como un flap lateral más corto.
La NASCAR ya mira hacia la tecnología híbrida para 2022:
Pero va más allá. Aunque se siga apostando por mantener unos rangos de potencia actuales, con 550 CV para las pistas de menos de 1,3 millas y 750 CV para los recorridos más largos y Superspeedway (los motores son capaces de entregar hasta 990 CV), la fórmula podría cambiar ya en 2022, introduciendo la hibridación de la que se viene hablando durante los últimos meses. Se espera que la próxima generación de propulsores admitan esta electrificación, restando por decidir cuál es el grado en el que se implementa y con qué funciones.
Las series de la NASCAR, se establecen de esta forma como uno de los próximos campeonatos en dar el paso hacia la hibridación, siguiendo en este caso los pasos del Mundial de Rallyes, el DTM o el Británico de Turismos, mientras que el WEC y la Fórmula 1 la han mantenido en su reglamentación. La última semana ha estado repleta de anuncios al respecto y mientras que el IMSA ha dado un paso para aunar reglamentos con la FIA y optar también por alguna suerte de trenes de potencia híbridos, la F4 británica publicaba su proyecto para desarrollar un monoplaza con motor EcoBoost de 3 cilindros y 1.0 litros y un sistema híbrido de 48 V.
Viajamos por el mundo visitando otros organismos reguladores y no ignoramos el hecho de que están yendo hacia una tecnología más híbrida. No sé dónde queda el equilibrio para nosotros a largo plazo, pero sin duda alguna forma de tecnología híbrida está en nuestro radar… después de 2021. ¿Se implementa automáticamente en alguna estrategia predefinida? ¿Se introduce en forma de un botón que el conductor pulsa para obtener potencia adicional para hacer un adelantamiento o completarlo? Esas son todas las áreas que tenemos que mirar – John Probst a TechCrunch