Tan sólo habían pasado 39 kilómetros y en Peugeot Sport ya había cierto malestar ante el rendimiento mostrado por las Toyota Hilux V8 durante la etapa del lunes. En aquella ocasión, Nasser Al-Attiyah se llevaba el triunfo al margen del conato de incendio que sufriría al llegar a meta, con Xevi Pons escoltándole y Nani Roma en tercera posición. Todos ellos motores V8 atmosféricos, monturas que nacieron en Sudáfrica y que han ganado en competitividad con el reglamento estrenado el pasado 1 de enero.
Carlos Sainz ya había mostrado anteriormente su descontento. El madrileño estuvo presente en el recital de Nasser Al-Attiyah en el Rally de Marruecos, con la salvedad de que allí el qatarí todavía montaba la brida antigua, la de 36 mm. Tres meses después y unos 60 CV más tarde, el dos veces ganador del Dakar (en 2011 y 2015) empezaba la edición 2017 ganando de forma contundente la primera etapa. Esto volvía a provocar el descontento en el seno de la firma del león.
Sainz, primer Peugeot clasificado ese primer día (cuarto) seguía defendiendo ante la prensa que en esas condiciones y altitud, Toyota contaba con entre 40 y 50 CV de potencia de ventaja sobre los 3008 DKR. Una medida que el bicampeón del WRC estimaba innecesaria e injusta después de ver los resultados en la Baja Aragón y Marruecos (esta última era el estreno del modelo galo), menos aún después de haber reducido la del Peugeot en 1 mm para igualar las bridas de todos los motores a 38 mm, también el del MINI.
El piloto español de 54 años defendía que a pesar del dominio que han mostrado los modelos de tracción total, no se hubiera cambiado la reglamentación para perjudicar a los 4×4, permitiendo que los buggies pudieran luchar por las victorias absolutas, algo que no sucede desde principios del Siglo XXI, cuando Jean-Louis Schlesser ganó dos Dakar en su particular prototipo de tracción trasera.
Si no hubo reacción en su momento por parte de ASO y de la FIA, Sainz consideraba injusto que tras las quejas de Overdrive y X-Raid sí las hubiera. Lo cierto es que Sven Quandt ya había advertido a los organizadores los problemas de esta reglamentación buggy y la entrada de un equipo oficial con el presupuesto y los medios para poder exprimir al máximo la normativa técnica.
Con el Dakar 2017 ya empezado, Loeb también se sumaba a la preocupación de Sainz. Incluso decía que, con esta ganancia de potencia y la tracción total, sería muy difícil batir a las Toyota Hilux V8 en las especiales tipo WRC, casi imposible. Un día después, el alsaciano volaba por los caminos de Santiago del Estero, seguido por el propio Nasser y Carlos Sainz y eliminando de un plumazo cualquier preocupación que pudiera tener el equipo Peugeot Sport sobre el rendimiento de su 3008 DKR frente a la pick-up nipona.
Loeb era nuevo líder y lo conseguía en una etapa muy rápida, donde se llegaban a superar los 200 km/h y en un terreno duro, con algunas secciones con mucho fesh-fesh y barro que en teoría benefician a los 4×4. Dos días y por ahora hay empate a victorias. La llegada de la altitud a buen seguro inclinará más la balanza en favor de Peugeot gracias al propulsor biturbo. Será en terreno boliviano donde más se notará el par del 3008 DKR y su ligereza frente a los CV faltos de aire del atmosférico de Toyota. ¿Se quejarán entonces los de Glyn Hall y Jean-Marc Fortin de la ventaja de los buggies en altura? Promete ser un Dakar repleto de decoraciones cruzadas.