Mucho se habla de Lance Stroll y su irregular inicio de temporada. Se suele recordar en casi cada artículo (y hablo de la prensa en general, de nadie en particular) sobre el canadiense de 18 años de edad que su padre puso muchos millones para promocionar su carrera deportiva, primero en las categorías inferiores, y después para garantizarle un asiento en Williams. Ahora, con la llegada del Gran Premio de Mónaco, la presión sobre Stroll es todavía mayor y debería hacer un papel para cambiar la opinión de sus detractores. Pero, ¿es para tanto?
Lo primero es lo primero: como se suele decir en inglés, haters gonna hate. A quienes no les gusta Stroll, quienes piensan que es un niño mimado que paga por correr, seguirán pensando eso siempre. A mí ni me va, ni me viene. Es un piloto muy joven que ha podido disponer de un asiento en una escudería de la mitad de la parrilla hacia arriba, y ha de tener derecho a su primer año como rookie. Los errores ocurren (y es cierto que ha encadenado varios), pero no creo que haya nada que objetar al respecto. Otra cosa es si rompiese un coche por carrera durante todo el año.
Cero puntos con un Williams escuece, no debe sentar bien a nadie, eso por supuesto. Pero tal y como explicaba Sergio Martínez hace unos meses, que nadie crea que va a hacer el ridículo. Puede tardar más o menos en dominar el monoplaza, como de hecho sucedió en sus campeonatos anteriores (la famosa curva de aprendizaje diferente a la de los otros pilotos con que se le ha comparado).
Su padre ha invertido millones en su carrera deportiva, y no es el primero ni será el último piloto que lo hace. Los ha habido mucho peores que él, pilotos que no son tal, o que pretender serlo y han pagado para hacer el ridículo absoluto. Los ha habido mejores, como un tal Niki Lauda que compró su asiento en F2, y luego en la F1. Él prosperó, consiguió un contrato que le permitió saldar sus deudas, y no fue el dinero de su familia el que lo solucionó todo, pero pagó su asiento con un préstamo. Eran otros tiempos, pero Lauda fue un piloto de pago.
No digo que Stroll vaya a ser un Lauda, tricampeón del mundo. Pero tampoco creo que deba hacer un gran papel en Mónaco para que la gente deje de criticarlo. Las cosas no funcionan así, y afortunadamente para los pilotos, su futuro no lo deciden las críticas del aficionado. Para Claire Williams, un objetivo realista para esta año es que Stroll consiga puntuar.
Vía | The Guardian