De Villota, Zanini, Kankkunen, Sordo, Grist, Boto, Toivonen, Senra… Todos estos apellidos formaron parte este fin de semana de una de las grandes fiestas de los rallyes en España, en este caso con un sabor añejo, alejado de la competición de la que también podemos disfrutar en otros eventos como el Rallye Islas Canarias o el Rally de Catalunya. Y es que en el Rallye Festival Trasmiera el espectáculo no se mide en segundos, sino en sonrisas.
Partiendo de esta última afirmación, sin duda podemos decir que la edición 2018, la quinta de la cita cántabra, fue todo un éxito. Con una inscripción de récord, ni siquiera la lluvia pudo contener la gran afluencia de público que se acercó este fin de semana a Hoznayo y sus alrededores para ser testigos de una carrera sin rivales que parece no tener techo y que sigue permitiendo que los enamorados de la disciplina puedan volver a ver las máquinas que les hicieron soñar hace años en su medio natural y no recluidas en un museo.
En total, 181 equipos y 186 vehículos (Gerard de La Casa volvió a ir con una buena representación de su colección), gran parte de ellos con pedigrí de competición, que hacen que año tras año seamos testigos de una auténtica peregrinación con motivo del mes de mayo. Fanáticos que hacen más de 1.000 kilómetros de viaje por carretera, representación insular que decide alejarse del Mundialito Canario o de la llegada del CERA a Adeje para volver a recordar alguna de las eras doradas que ha vivido este deporte durante su último siglo de vida.
El tiempo no tendría compasión, especialmente el sábado, en el que el frío y la lluvia acompañaron en unas especiales que discurrían por enclaves de la belleza de Asón o Alisas. Las mecánicas se llevaron al límite y buena muestra de ello es que poco a poco los ‘abandonos’ testimoniales se fueron sucediendo, cobrándose victimas entre los principales atractivos de la lista. Problemas mecánicos en el Peugeot 306 Kit Car de Manolo Senra, un golpe de Kankkunen y Grist o los dos conatos de incendio en el Ford Escort Cosworth de Harri Toivonen (propiedad de Dani Alonso) que terminarían obligándole a decir adiós antes de llegar a la jornada del sábado.
Aun así hubo grandes momentos durante las tres jornadas en las que se desarrolló la cita, con el gran Frank Kelly, copilotado por su hija Lauren, dejándonos una buena muestra de lo que es capaz su Ford Escort Mk.II atómico. La perfecta guinda para una cita creada por un pequeño grupo de grandes enamorados de los rallyes por y para los aficionados. El punto y final en Peña Cabarga es simplemente una delicia de imagen que debe sin duda viralizarse entre todos los amantes de los rallyes.