Muchos se temieron una cascada de averías mecánicas después de lo visto en la primera especial del viernes del Rally de México, sin embargo, los nuevos World Rally Cars aguantaron su primera prueba de fuego y salvo el fallo que se reprodujo en los tres Hyundai i20 WRC durante la noche del viernes, el resto han ido superando una a una las tramas, llegando a ser los pilotos lo que incluso han encajado más la dureza del rally como bien demostró Juho Hänninen durante la tarde de ayer.
Estaba claro que no iba a ser fácil este debut sobre tierra. México tiene unas características muy particulares, con calor, polvo en suspensión y el problema añadido de la altitud a la que se disputan la mayoría de los tramos por encima de los 2.000 metros. Prácticamente todos los equipos reconocían llegar a ciegas después de haber estado probando en España, algunos como el propio Jari-Matti Latvala, accidentado durante los test en el sur de la península, reconocía la dificultad de replicar las condiciones en las jornadas de pruebas en nuestro país.
La explicación que han dado los técnicos de los equipos para la debacle vivida en el primer tramo sobre tierra es clara: se debe a las particulares condiciones de la especial de El Chocolate. Precisamente en su recorrido se alcanzaba el punto más alto de la prueba, 2.746 metros (dato ofrecido por la organización a los equipos y prensa), sin embargo, fue la primera sección, muy lenta y revirada en la que los motores entraron en situación de alarma y en muchos de los casos se llegó incluso a poner automáticamente el modo enlace para proteger la mecánica.
Tras el calentón en la primera sección de El Chocolate, los propulsores no pudieron refrigerarse, en parte por la longitud del tramo (54 kilómetros en modo competición) y en especial por la falta de oxígeno a dicha altitud. Todo ello a pesar de que el calor tampoco era sofocante como en otras ocasiones. La pregunta es qué hubiera ocurrido si esta especial en lugar de ser la primera del itinerario después de las dos pasadas por la superespecial en Ciudad de México, se hubiera disputado en la jornada del sábado o en la del domingo, cuando las mecánicas ya llevaran más kilómetros a sus espaldas. Podría haber sido una catástrofe.
Sobre el papel, Australia o Cerdeña pueden ser los otros puntos problemáticos en el calendario, aunque para entonces los ingenieros y técnicos ya conocerán mejor el comportamiento en competición de sus criaturas.