El viernes previo a la disputa de las 24 Horas de Le Mans 2018 era una fecha marcada en el calendario de cualquier aficionado a las carreras. Tras el fiasco del reglamento dado a conocer la temporada pasada, FIA y ACO debían confirmar qué planes tenían para la categoría reina de Le Mans y el Mundial de Resistencia. Y tal y como se esperaba, quieren explorar la senda de los hipercoches para atraer de nuevo a los fabricantes.
La idea principal es que los coches de cada marca sean reconocibles por los aficionados, con dos plazas y un mayor peso mínimo (980 kilos). Habrá un único sistema de recuperación de energía en el eje delantero, para que los coches sean así puntualmente cuatro ruedas motrices, y éste deberá estar disponible para los equipos privados a un precio fijo. Se busca así que se pueda luchar por la victoria en Le Mans a un cuarto del coste actual.
Seguirá habiendo control del consumo tal y como ocurre hoy, pero se mantiene una libertad casi absoluta en cuanto a los motores, siempre y cuando sean híbridos y tengan una potencia de en torno a 700 caballos en su componente térmico y 270 mediante KERS. A nivel aerodinámico se dará mayor peso al suelo de los coches para dar así mayor libertad ‘estética’. Los cálculos de FIA y ACO indican que estos coches girarán en Le Mans en 3:20. Además se abre la puerta al hidrógeno, pero no antes de 2024.
La nueva categoría aún no tiene nombre definido y los responsables del WEC tienen pensado consultar a los aficionados al respecto (algunos de los propuestos son Super Sportscar, GTPrototype, Le Mans Supercars or Le Mans Hypercars), estando previsto dar más detalles a partir del mes de noviembre. Igualmente queda en el aire la posible unificación reglamentaria con el certamen IMSA norteamericano.