Con la edición 2017 de las 24 Horas de Le Mans ya en el retrovisor, resulta buen momento para analizar las líneas maestras del reglamento LMP1 para 2020 que el Automobile Club de l’Ouest desveló el viernes previo a la gran carrera. Y la reflexión no es nada halagüeña. No sólo porque a corto plazo el Mundial de Resistencia se puede quedar cojo y quizá no quede nadie para ponerlo en práctica entonces, sino porque además parece no quedar clara la visión de futuro que ACO y FIA tienen del mundo de la resistencia.
El nuevo reglamento buscará reducir los costes, limitando el uso de kits aerodinámicos diferentes a lo largo de la temporada a cambio de introducir algo de aerodinámica móvil, el personal en pista e incluso las horas de túnel de viento. Todo eso está muy bien. Lo que preocupa es qué coches quiere el ACO para la categoría reina de Le Mans. Y apuesta por seguir con los híbridos, aún limitados a 8 MJ (es decir, dentro de tres años tendremos «lo mismo» que en la actualidad) y con la única novedad de ser enchufables, debiendo recorrer el primer kilómetro de cada relevo y los últimos mestros de carrera sólo con la energía almacenada en sus baterías. Y ese es el problema.
Hablamos de una tecnología cara, inexistente en alta competición actualmente y que no aportará gran cosa al espectáculo. Vale, recordará a cómo funcionan los híbridos enchufables de serie. ¿Y? Si la idea es promocionar la tecnología híbrida, se puede hacer con lo que ya tenemos. Que la realización televisiva muestre a los LMP1 rodando por el carril de boxes sin hacer ruido. Que las repeticiones se recreen con la espectacular aceleración de los LMP1 híbridos. En lugar de convencer a las marcas de que el producto es bueno, el ACO les exige desarrollar una tecnología cara por pura estética.
Lo que más me chirría es la sensación de que el ACO en un momento crucial para el Mundial de Resistencia se ha limitado a dar una patada a seguir. La introducción de nuevas tecnologías sigue aparcada o simplemente en estudio, cuando debería ser un pilar fundamental del futuro de Le Mans, pero tampoco se ve a los responsables del WEC y Le Mans con los pies en el suelo y capaces de dar un paso atrás para coger impulso. En otras palabras, ¿de verdad no han contemplado la posibilidad de equiparar a los DPi estadounidenses con los nuevos LMP1 privados mientras se deja la puerta abierta a quien quiera seguir apostando por los híbridos?
Le Mans no está en riesgo. El Mundial de Resistencia probablemente tampoco gracias a los GTE. Ni siquiera la propia categoría LMP1, que acogerá nuevos prototipos privados en 2018. Pero con este posible paso en falso el Automobile Club de l’Ouest corre el riesgo de que su categoría y su carrera caigan en la irrelevancia para todos aquellos que no están enamorados del automovilismo. Y ese error podemos terminar pagándolo todos.
Foto | Michelin – François Flamand