En el día en el que la Comisión de la Fórmula 1 ha propuesto más paradas obligatorias únicamente para una carrera al año, el Gran Premio de Mónaco, quizás es un buen momento para recordar una de las ideas más peculiares de la era moderna de un campeonato que este año cumple oficialmente 75 años de vida. Habrá que remontarse casi dos décadas atrás, cuando todavía al frente de la FIA y de la Fórmula 1 nos encontrábamos a personajes como Max Mosley y Bernie Ecclestone.
Con la Fórmula 1 recibiendo numerosas propuestas de candidatos que quería entrar a conformar parte de la parrilla del Gran Circo, Mosley puso sobre la mesa la posibilidad de establecer una configuración especial para el campeonato, el cual tendría ascensos y descensos con una categoría secundaria que se situaría precisamente en un rango inferior a la F1 y que sería de obligatorio paso para todos los pilotos que quisieran llegar a la clase reina de los monoplazas.
Fue concretamente en 2006 cuando Mosley puso sobre la mesa esta idea disruptiva. Este sistema de ascensos y descensos vendría determinado como en los campeonatos de otros deportes, y según los resultados de cada temporada, los equipos bajarían o subirían de división dependiendo de sus resultados al final de cada año.
Lo que debería suceder, y no estamos ni cerca de resolverlo, es que deberíamos tener una categoría que alimente la parrilla de la Fórmula 1, como una especie de F3000/GP2, pero debidamente regulada para ese propósito. Entonces proponemos que quien quiera una súper licencia debe pasar por esa fórmula; no habrá atajos aparte de verdaderos ex pilotos de F1. Y luego tener un sistema en el que los mejores tuvieron la oportunidad de ascender y los peores equipos de F1 tuvieron que considerar descender – Max Mosley
Evidentemente a nadie le terminó de convencer esta propuesta, especialmente a las escuderías que ya estaban presentes en el campeonato, con equipos como Ferrari o McLaren que a buen seguro no iban a estar dispuestos a asumir el riesgo de perder la categoría, con el impacto que esto podía repercutir en sus arcas, prestigio y en sus patrocinios, mientras que para los equipos de la segunda categoría esto también supondría un salto presupuestario de un año para otro que sería difícilmente asimilado en sólo unos meses.
Aunque Mosley trabajaba ya por aquel entonces en reducir los costes de funcionamientos de los equipos de Fórmula 1 a sólo 100 millones de dólares, esto nunca se llegó a producir, a pesar de que el británico también propuso algunas soluciones para el desequilibrio financiero.
Y si podemos lograr que distribuya el dinero equitativamente o incluso favorezca más a los equipos de atrás, porque eso es lo que harías si manejaras el sistema racionalmente, los equipos más pequeños en realidad obtendrían más dinero que los equipos exitosos. Un equipo exitoso obtiene una exposición televisiva masiva, mientras que un equipo que está en la retaguardia obtiene el cinco por ciento de la exposición televisiva del equipo que está en la delantera, pero no pueden sobrevivir con el cinco por ciento del presupuesto – Max Mosley
Casi veinte años después es inevitable ver hasta con ‘ternura’ esta idea, especialmente si tenemos en cuenta cómo fueron cada uno de los proyectos que surgieron años después en la Fórmula 1 y como terminaron todos y cada uno de ellos.
Vía | RacingNews