Segunda carrera de la temporada y todo un shock para todos aquellos que estábamos preparándonos para ver conseguir a Charles Leclerc su primera victoria en el Mundial de Fórmula 1. El monegasco dominó el asfalto del Circuito de Sakhir desde el momento en el que supo recomponerse de su mala arrancada y a partir de ahí el monoplaza rojo con el dorsal #16 tan solo apareció en imagen en los momentos clave del adelantamiento a Sebastian Vettel y cuando informó del fatídico problema de potencia que estaba experimentando la Unidad de Potencia del SF90.
Las primeras comunicaciones entre Leclerc y el muro de boxes parecían apuntar hacia un posible problema con el MGU-H ya que su ingeniero de pista le apuntaba una y otra vez a que gestionará la energía, sin embargo, lo que afectó a falta de 10 vueltas al monoplaza de Charles parece que está relacionado con el motor de combustión interna según aclaró el propio Mattia Binotto, concretamente con uno de los cilindros que aparentemente dejó de funcionar correctamente.
Dicho ICE será revisado ahora en Maranello y se espera que vuelva a salir a la pista con motivo de los entrenamientos libres del próximo Gran Premio de China, el que marcará el hito de alcanzar los 1.000 en la historia de la Fórmula 1. Aunque el equipo logró salvar el tercer puesto gracias a la inestimable ayuda del doble abandono de los Renault, en la Scuderia Ferrari empieza a pesar el mal inicio de campaña, por lo que en Shanghái no se pueden permitir más errores si no quieren que Mercedes-AMG F1 empiece a cobrar una ventaja peligrosa.
Sin embargo, el de Leclerc no fue el único problema mecánico provocado por “los duendes de la fiabilidad” en Bahréin. Hubo incidentes de todos los colores. Entre ellos los más destacados fueron los toques de Stroll con Grosjean, de Sainz con Verstappen, de los dos Renault, el trompo en solitario de Sebastian Vettel o el de Daniil Kvyat ayudado por Antonio Giovinazzi. Una carrera que pareció por momentos dormida hasta que se volvió a desatar la tormenta.
En el caso del madrileño, se ha confirmado que su segundo abandono de este 2019 vino propiciado por un problema con la caja de cambios que surgió obviamente mucho después del toque con su excompañero. Sainz buscaba los aspectos positivos y apuntaba a que no hubiera sido posible acabar la carrera incluso sin este percance con Max Verstappen ya que el fallo de dicho elemento le hubiera obligado de cualquier forma a tomar el camino del abandono. Sainz llegó a cuantificar en un segundo por vuelta el tiempo que cedía por dicho problema.
Si bien lo de Ferrari ha sido marcado como un gran desastre, el doble abandono de los monoplazas de Renault no se puede ver con demasiado optimismo. Situados en mitad de la zona de puntos, los coches amarillos se detuvieron a poco del final, por rotura de motor en el caso de Nico Hülkenberg, y por un fallo en la MGU-K en el de Daniel Ricciardo. Por si fuera poco, el adiós del australiano obligó a la carrera a terminar bajo Safety Car ya que el expiloto de Red Bull Racing no volvió a situar el volante en el monoplaza porque había riesgo de electrocución tal y como indicaba la luz de su monoplaza.