Hace cincuenta años, Mario Andretti ganó las 500 Millas de Daytona en la NASCAR, la prueba más importante del calendario, una carrera que llegó a ser muy especial para él ya que para ese momento, a sus 27 años, representó su mayor logro como profesional. Para la década de los sesenta, Andretti competía en la USAC a tiempo completo, pero también participó en categorías de coches deportivos, corrió en las 24 Horas de Le Mans, Fórmula 1 y las 500 Millas de Indianápolis en la IndyCar. La leyenda viviente del automovilismo será oficial de carrera honorario en la presente edición de las 500 de Daytona y en una entrevista reflexionó sobre lo que representó su victoria en 1967.
En su reflexión, Andretti explicó que fue muy satisfactorio ganar la carrera de 1967 porque estaba acostumbrado a los monoplazas, los stock car no eran su especialidad y aún así pudo imponerse. Recuerda que era su segunda participación en la carrera, en 1966 chocó, y el equipo Holmon-Moody le ofreció el asiento de un Ford Fairlane, junto a su compañero Fred Lorenzen, la gran promesa de la NASCAR en ese tiempo. Pero su triunfo resultó sorpresivo porque resulta extraño que un piloto proveniente de otra categoría gane a los establecidos, el mismo Andretti indicó: es como si Richard Petty fuera a correr en Indianápolis con un IndyCar y salga victorioso.
Al mirar hacia atrás siente mucho orgullo de lograr ese triunfo en Daytona porque demostró que se pueden correr diferentes categorías el mismo año y tener éxito, particularidad que muy pocos pilotos pueden exhibir en sus trayectorias. Andretti es hasta hoy el único campeón de la Fórmula 1, ganador en su clase en Le Mans, campeón de la Cart, ganador de las 500 Millas de Indianápolis y de las 500 Millas de Daytona, un hito que seguramente permanecerá en el Olimpo de los pilotos porque difícilmente alguien realice una proeza similar.
Yo no había ganado en Indianápolis todavía, así que en ese momento Daytona fue posiblemente el mayor triunfo de mi carrera. Era especial entonces y lo sigue siendo hoy. Fue una sensación de orgullo para mí y se hace más grande cada año porque los pilotos de ahora no corren en distintas categorías. Recuerdo que conseguí un buen motor Ford para la carrera y en la vuelta 23 ya estaba con los líderes David Pearson y Fred Lorenzen. Tenía que correr en la parte de arriba y tratar de liderar, sabía lo que estaba haciendo y me divertí mucho, pero muchos pensaron que chocaría. Lo que ellos desconocían era que un coche muy suelto es más rápido en Daytona. El equipo me hizo una parada lenta para que pasara Lorenzen, fue intencional, pero he vuelto a toda velocidad y en un par de vueltas lo adelanté y eso fue todo.
Vía | Racer