La Fórmula 1 llora este lunes la muerte de uno de los personajes más relevantes de su historia reciente. El británico Max Mosley, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo entre 1993 y 2009 (cuando dijo adiós al cargo poco después del escándalo sexual publicado por News of the World), ha fallecido a los 81 años según han informado diversos medios del Reino Unido a lo largo de la tarde.
Mosley será siempre figura controvertida. Lo es desde sus orígenes, al ser hijo de Oswald Mosley, dirigente de la Unión Británica de Fascistas, y Diana Mitford, de similares ideas políticas. Pero su influencia en el mundo del automovilismo queda fuera de toda duda. Fue uno de los fundadores de March, participó activamente de las guerras entre FISA y FOCA y sucedió en el cargo a Jean-Marie Balestre, encargándose de la transición entre FISA y FIA y cediendo numerosos derechos comerciales a Bernie Ecclestone.
Si hay algún aspecto positivo a destacar de Mosley ése es probablemente el enorme avance en materia de seguridad que lideró desde la FIA, aumentando la rigurosidad de los crash test o implementando el uso del HANS, así como impulsando su transferencia hacia los vehículos de calle. Eso sí, su figura se desgradó muy rápidamente y no sólo por los ataques de la prensa sensacionalista, acabando su vida política en pleno enfrentamiento con los equipos por la llegada de nuevas escuderías como Virgin o HRT bajo la promesa de un tope presupuestario que nunca llegó.
Everyone at Formula 1 is deeply saddened to learn of the death of Max Mosley
From a team owner to FIA president, he transformed our sport – and his legacy, particularly in safety, will last for generations
Our thoughts are with his family and friends pic.twitter.com/DPrqazxS9r
— Formula 1 (@F1) May 24, 2021