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McLaren representa su visión de futuro para la Fórmula 1, ahora en Naranja Papaya

Después de un fin de semana en el que los resultados no terminaron de salir, McLaren ya se encuentra pensando en la próxima cita, el Gran Premio de Canadá. Mientras tanto, el equipo ha querido tirar de una fórmula ya conocida y que en el pasado ya ha demostrado ser exitosa. En un alarde de originalidad nos han presentado las formas de cómo sería el monoplaza de la categoría reina del futuro, algo que ha terminado implicando una segunda parte de aquel proyecto presentado a finales de 2015 y que fue bautizado como McLaren MP4-X.

Ahora, en pleno 2018 nace la segunda versión, con la denominación X2 y con el principal y único cambio estético de dejar atrás los colores en negro, gris plata y rojo para adoptar en su lugar el naranja papaya y el azul Chandon actuales. También aparece el dorsal #14 relacionado con Fernando Alonso, así como su nombre y la bandera española al lado de la cúpula protectora, mientras que el logo de Honda se volatiliza para dejar paso al de Renault. Más allá de eso, sigue siendo el mismo diseño futurista presentado hace tres años, ahora con una paleta de colores con la que sin duda se consigue ver mejor el diseño que con los tonos anteriormente utilizados.

Me faltan elementos de la actual Fórmula 1. Los impresionantes Bargeboards, la presencia de decenas de direccionadores de flujo repartidos por el monoplaza, un gran alerón trasero que capitalice todo el protagonismo de la zaga y quién sabe si los nuevos neumáticos de perfil bajo que Pirelli ha vuelto a poner sobre la mesa de Liberty Media. Quizás lo más interesante del concepto vuelve a estar debajo del capó motor, en el que el motor eléctrico del sistema híbrido puede recargarse a través de conceptos que todavía no han sido integrados en las carreras, como son los paneles solares o la capacidad de recarga a través de inducción.

La energía pasaría de estar almacenada en pesadas baterías que puedan dificultar el equilibrio de masas para utilizar baterías ultrafinas que estarían integradas en la estructura de choque, permitiendo además poderlas distribuir a lo largo y ancho de toda la carrocería. Posiblemente el sistema de control sea lo más descabellado del conjunto, ya que existiría la opción de controlar el MP4-X2 con la mente a través del monitoreo continuo de las señales eléctricas dentro del cerebro del piloto. Lo dicho, una visión de futuro, demasiado futurista…

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Iván Fernández

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