Al repasar los planes de Liberty Media para con los medios de comunicación vienen a mi mente recuerdos sobre la cobertura de la Fórmula 1 de hace cuarenta años atrás, cuando la información era muy restringida y apenas unos cuantos privilegiados podían narrar y comentar las carreras. De cuando la prensa y la televisión, mientras no sucedían grandes premios, poco o nada mencionaban a la categoría, así que los seguidores debían esperar a que publicaciones especializadas, las cuales circulaban cada cierto tiempo, ofrecieran información de ayer como si fuera actualidad. Ciertamente, bajo ese sistema, Bernie Ecclestone llevó a la Fórmula 1 a ser el evento deportivo con más seguidores en el mundo, asegurándose legalmente de que su producto se mantuviera bajo su total control, libre de cuestionamientos y de cualquier agente contaminante. Pero en este tiempo subestimó el impacto de internet, el mundo virtual donde no existen poderes absolutos.
Ecclestone se quedó aletargado, estacionado en la primera década del 2000 y no pudo asimilar el hecho de que la Fórmula 1 ya no era exclusiva de sus socios y clientes. Fue derrocado justamente por el sector de la comunicación más poderoso y con mayor crecimiento de los últimos veinticinco años, el mismo al que no prestó atención tal vez por su anacrónico concepto de un medio de comunicación. La Fórmula 1 en internet estuvo libre de la FOM, particulares aparecieron en el ciberespacio y desde allí transformaron la forma de seguir la categoría. Millones de personas pueden absorber información a toda hora, cada día del año y en diversos sitios de la red; y lo más importante es que pueden interactuar, contrastar, opinar y aportar sobre la actividad que les apasiona, algo que antes era imposible.
Bernie Ecclestone ha podido establecer una faraónica plataforma en la red, pero tal vez cayó en cuenta que en internet no existe la propiedad privada, allí su otrora implacable ley mercantil quedaría sin efecto. Esa independencia de la red permitió que tanto grandes grupos de la comunicación como pequeños emprendedores abordaran la Fórmula 1, abriendo espacios al público a través de artículos de interés, noticias, videos, estadísticas, chismes, promociones, crónicas, reseñas, chats, interacciones en redes sociales, todo incluido en sitios web especializados más interesantes que la página oficial de la propia categoría. Esa pluralidad, que también es universal ya que internet posee herramientas para traducir, ha permitido enlazar culturas y establecer relaciones entre seguidores de la Fórmula 1, hablen inglés, italiano, francés, alemán, japonés, arameo, mandarín o castellano; otra particularidad única que posee la red.
También en internet, personas y grupos afines tienen la posibilidad de reunirse en un espacio común a sus hábitos, pasiones, intereses y vicios. Cada quien elige visitar y participar en un sitio más que en otro, observar por más tiempo una página para mantenerse informado y expresar su opinión acerca de lo que se expone. En la red es el fanático de la Fórmula 1 quien asume el control del contenido que desea consumir, no es un periodista, ni un editor, ni el narrador, ni el propietario de los derechos comerciales de la categoría el que decide. Esta dinámica fue la que derrumbó las elitistas propuestas de Ecclestone, quien en los últimos años de su gestión intentó encerrar a su Fórmula 1 en el exclusivo recinto de la televisión de pago. Pero el internet es tan maravilloso que desde los lugares más remotos y desconocidos del planeta, con un simple dispositivo y una conexión a la red, se puede acceder a la Fórmula 1 sin la necesidad de encorvarse ante una gran corporación. Era lógico entonces que Ecclestone y sus emisarios de la FOM quedaran sin poder en internet, pero es que ni siquiera Microsoft posee control sobre este fascinante mundo.
En lo particular, el transitar por este universo virtual me ha permitido constatar que una buena cantidad de seres anónimos poseen un amplio conocimiento de la Fórmula 1, su historia y sus protagonistas, y además exhiben tal acervo con sencillez y educación, muchos de esos comentaristas, a través de sus intervenciones, terminan de socavar las bases de artículos muy frágiles de argumentos, creados por supuestos entendidos en la materia, personas que están al frente de medios y páginas dedicadas a la Fórmula 1, inclusive con presencia en los circuitos, pero que en reiteradas ocasiones suelen mostrar desconocimiento de elementos básicos como los reglamentos o lo que significa el Pacto de la Concordia; admitiendo sin disimulo que su tarea es enfocarse en una tendencia particular y menospreciar o desechar el resto.
¿Estarán todos preparados para lo que viene?
Si se habla de un gran mercader de la información en internet hay que referirse a Motorsport Network y sus franquicias, ahora bien, Liberty Media ha pactado con ESPN para la transmisión y el seguimiento de la Fórmula 1 en los Estados Unidos, incluyendo la opción de streaming. Quien ha visitado el sitio web de ESPN podrá dar fe que es una plataforma gigantesca cuyo contenido luce más atractivo e interesante que las páginas oficiales de diversas ligas deportivas. Es verdad que ESPN también posee la cobertura de la IndyCar y no la ha proyectado hasta un nivel superlativo, pero acá no se deben confundir intenciones, la IndyCar es una categoría local y la Fórmula 1 es mundial y ese punto no representa un insignificante detalle a la hora de abordarlas desde una perspectiva mediática. ESPN apostará fuerte por la Fórmula 1 e inclusive adelantó Burke Magnus, vicepresidente ejecutivo de la cadena, que habrá una asociación con Walt Disney Company para integrar a la Fórmula 1 en su estructura. A ciencia cierta no tengo idea a lo que se refiere, sin embargo, la mención de una simbiosis entre dos gigantes del comercio global en torno a la Fórmula 1 lleva a pensar en algo grande.
Lo que sí parece evidente es que tanto Motorsport Network como ESPN, ambas con sede en Norteamérica, intimidarán a la prensa independiente que ha podido resurgir con internet. Seguramente, los primeros en claudicar ante el estrangulamiento serán los sitios estáticos, donde un solo individuo, o un grupo muy pequeño, utilizan a la Fórmula 1 como algo personal, donde lo que sucede en la pista es pretexto para exteriorizar anhelos, frustraciones y arrebatos. También los que todavía apuestan por el legado del Niño Amarillo y ofrecen contenido a personas interesadas en saber si Lewis Hamilton utiliza peluca, Max Verstappen es virgen o Sebastian Vettel abrió una cuenta Twitter, y variantes del mismo estilo.
Considero que además deberán librar una feroz lucha por subsistir aquellas páginas que cuestionan el suceso deportivo y a su vez censuren la opinión de quienes no estén de acuerdo con lo publicado. Si todo en la Fórmula 1 es malo, predecible e injusto, por qué no dedicarse a hablar de otra cosa. Llegado a este punto, se advierte que se aproxima una coyuntura con grandes corporaciones mediáticas involucradas, Liberty Media posee los derechos pero Motorsport Network maneja varias páginas webs, las cuales se subordinan al sitio principal, transformándose en franquicias donde la misma información viaja de forma circular de un lugar a otro y además es reproducida en otros sitios, el bucle origina una ola gigantesca que avasalla otras voces.
Esto bien puede ser una ventaja para quien desea estar informado, pero es un arma de doble filo cuando se distingue una matriz de opinión o una tendencia editorial parcializada. En tal sentido, se asistirá a otra transformación en la manera de plantear la Fórmula 1 en el lugar más complejo y variopinto que es el internet. Esa mutación que se está gestando a gran escala confronta a profesionales y amateurs en un mismo recinto, sin importar cual grupo tenga más recursos o posea mayor experiencia, y justamente en ese punto radicará lo más interesante de este asunto.
En las entrañas de la red muchas ventajas del mundo real se desvanecen en aras de privilegiar lo sustancial. Cada página web congrega comunidades, de distintas nacionalidades y culturas, conformadas por editores, colaboradores y comentaristas permanentes, visitantes cuya participación es circunstancial y lectores que en contadas ocasiones se manifiestan, todos convergen porque tienen afinidad bajo ese techo. Mantener con vida ese proceso comunicativo será un nuevo reto si Liberty Media en internet saca a la Fórmula 1 oficial de la clandestinidad. Con Bernie Ecclestone todo era sencillo, era un conflicto entre millones de subversivos que hacen vida en la red, donde todo puede ser gratis, y el autócrata que intentaba minimizarlos con una radical visión capitalista.
Es probable que bajo la gestión de Liberty Media, empresa dirigida por personas que entienden de que van todos estas cuestiones, se aproxime una especie de profilaxis silenciosa dispuesta a posarse sobre muchos sitios. La toma y retoma de noticias para disponerlas una y otra vez en una incansable repetición de la misma temática dejaría de ser una opción para sobrevivir si la alianza Liberty Media y ESPN logra cohesionar un plan político para instalar a la Fórmula 1 oficial en la red, en una plataforma tecnológica que poco a poco comience a engullir a quienes no tengan la sagacidad para defenderse.