La anécdota de este Gran Premio de Italia 2017 será la ridícula situación que supone no conocer la parrilla de salida definitiva hasta una hora antes de la salida, con las azafatas incluso confundidas en cuanto a qué posición debían tomar en función del cartel del piloto que tenían entre manos. Pero parafraseando un dicho racing estadounidense, cuando se apagan las luces de los semáforos se acaban las tonterías. Y ahí vimos lo que cualquiera podía esperar de Monza: un dominio insultante de las flechas plateadas.
Siendo el único piloto que no vio alterada su posición de salida en virtud de la pole obtenida el sábado, a Lewis Hamilton le bastó con una arrancada normal y la prudencia de Lance Stroll y Esteban Ocon a su alrededor para mantener el liderato y disfrutar de una carrera plácida. Además no tardó más de cinco vueltas en ver a Valtteri Bottas colocarse segundo, como perfecto escudero tras deshacerse fácilmente de los jóvenes de Williams y Force India.
Muchas más dificultades pasó Ferrari. Sebastian Vettel no estuvo especialmente brillante en el inicio y tuvo que esperar a que Kimi Räikkönen le dejara pasar para acechar a Stroll y Ocon, a quienes terminó superando antes de la primera parada. En esa pelea podía haberse metido también Max Verstappen, pero tras una buena salida el neerlandés se tocó con Felipe Massa y pinchó una de sus ruedas delanteras. Sin ser un gran detractor de Verstappen quien escribe estas líneas hay que reconocer que esta vez probó de su propia medicina.
No es exagerado decir que Ferrari tuvo suerte de que Verstappen se metiera en ese lío a las primeras de cambio, pues Red Bull planeaba una estrategia similar con sus dos coches y desde más atrás Daniel Ricciardo la ejecutó con maestría. Tras salir con goma blanda el australiano fue el último en pasar por boxes, dividiendo así a los Ferrari y dando caza a Sebastian Vettel en la parte final de la prueba, si bien fue insuficiente para terminar pisando el podio. Tras él, Kimi Räikkönen fue quinto por delante de Esteban Ocon, los Williams de Lance Stroll y Felipe Massa y el otro Force India en manos de Sergio Pérez.
El último punto en juego fue a parar a manos de Max Verstappen, quien de forma improbable remontó hasta la misma no sin dejar una vez más una acción polémica en pista, con su defensa al límite tras adelantar a Kevin Magnussen. De todos modos sería injusto poner el foco sobre el neerlandés tras una carrera en la que hubo multitud de toques y luchas al límite, incluida alguna inexplicable entre compañeros de equipo al fondo del pelotón (Sauber).
De hecho la realización sacó provecho del lance entre Fernando Alonso y Jolyon Palmer (el británico cortó la segunda chicane para completar el adelantamiento sobre el asturiano) para rellenar la parte más tranquila de carrera con mensajes de radio del asturiano quejándose. Aunque se entienda esta decisión desde el punto de vista del espectáculo y se pueda ser comprensivo con las quejas de un piloto en plena carrera, no deja de entristecer ver a Alonso, uno de los grandes pilotos de la historia, reducido a un recurso humorístico, un gag de la FOM. Tampoco vio meta esta vez tras arrastrar problemas de cambio durante buena parte de la prueba, abandonando también un Stoffel Vandoorne protagonista de un notable fin de semana. Y al otro español en parrilla no le fue mucho mejor pese a ver meta: Carlos Sainz salía 15º y acabó 14º.
A partir de ahora el Mundial de Fórmula 1 entra en una fase más favorable para Ferrari, si bien Mercedes la afrontará con una ventaja clara en clasificación y el liderato tanto por pilotos como por equipos. De hecho los 62 puntos de ventaja de la casa alemana en el Mundial de Constructores me dan pie a abrir un melón sobre el que se ha discutido mucho este fin de semana. ¿Os imagináis lo que ocurriría si las sanciones por cambio de motor o caja de cambios sólo acarrearan pérdida de puntos en esa clasificación? Ferrari, con 160 de margen sobre Red Bull y un piloto número uno claro hace tiempo ya que hubiera decidido usar un motor y una caja de cambios por fin de semana… No suena a solución ideal, la verdad.
Foto | Daimler